Diego Martín Velázquez Caballero
La situación de Ucrania aparece importante en las últimas semanas pues muestra el declive norteamericano y de la OTAN en Europa del Este. La confrontación de los aparatos de inteligencia norteamericanos y rusos ha generado la posibilidad de un conflicto armado que delimite las fronteras del mundo occidental. Estados Unidos y los valores que representa, tienen que aceptar un retroceso en la época del mundo postcovid.
Aún cuando se pretende hacer ver a Rusia, China y el Medio Oriente como civilizaciones bárbaras; lo cierto es que el Imperialismo Yanqui no puede sostener las falacias con las que desde el fin de la Segunda Guerra Mundial ha conseguido la hegemonía económica. El liberalismo, la democracia y los derechos humanos, no son los elementos que distinguen a la cultura occidental; al contrario, son las razones de la obsesión antinorteamericana que, justificadamente, los pueblos tienen derecho a rechazar en este momento fundamental para la historia de la humanidad. La salida de Estados Unidos de Afganistán señala que no es verdad la pretendida universalización de la modernidad y los valores occidentales, Estados Unidos mantiene pivotes geográficos y frágiles equilibrios geopolíticos para seguir firme en el capitalismo voraz que pasa por encima de los pueblos.
Ucrania y Europa del Este no han constituido transiciones democráticas modernizadoras sino la consolidación de una muralla militar que pretende destruir a Rusia, esta sociedad tiene el derecho a defenderse y proteger su espacio vital. Estados Unidos ha incumplido la inclusión de Rusia en el mundo occidental de forma pacífica y plural, ha pretendido la subordinación humillante de la región para subsidiar la economía oculta del imperialismo occidental. No son los seres humanos sino el poder del dólar lo que interesa a la simulación democrática norteamericana.
Históricamente predomina en Europa un infinito anti ruso como proyecto civilizatorio que ha pretendido la desaparición de Rusia desde la visión cristiana católica y protestante, este elemento ha perdurado por más de un siglo y es muestra del uso político que se le da a la religión para los fines geopolíticos imperialistas. Occidente ha fracasado y Rusia extenderá su influencia regional porque es lo correspondiente frente a una Europa y Estados Unidos que han sido injustos con la civilización eslavo báltica y con el resto de la humanidad.
La forma en que Rusia se ha transformado en las últimas décadas es muestra de las acciones que tomarán los líderes políticos frente a Estados en el futuro para salir adelante. Si el triunfo de Rusia se genera en Europa del Este, se plantea una liberalización de las regiones donde América Latina, y México particularmente, puede extraer lecciones para disminuir un colonialismo histórico que se ha convertido en una simbiosis patológica que está resultando en la promoción del Estado Fallido.
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