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No es cualquier cosa

Diario de un reportero


Miguel Molina


La presidenta municipal de Acayucan, Rosalba Rodríguez Rodríguez, denuncia que el crimen organizado quiere controlar alcaldías del sur de Veracruz. No es cualquier cosa, ni su advertencia se puede tomar como una ocurrencia política de la funcionaria. Es un asunto serio, sobre todo porque se vive un momento electoral intenso, marcado ya por la sangre, en una región marcada por la sangre.


La alcaldesa pide ayuda al gobierno estatal ante la inseguridad, general y personal. Ya le han matado dos cuñados. Hay miedo. La autoridad municipal no da para más. Hay ocho policías para una población de más de cien mil habitantes. La respuesta del gobierno es clara, en voz del ejecutivo estatal : "Lo que estás diciendo implícitamente es que no puedes y no tienes gobernabilidad en tu municipio (...) Yo pienso que si ella no puede con su municipio debería renunciar". Y ya, porque la señora es perredista y el señor no es político.


El gobernador Cuitláhuac García Jiménez considera la posibilidad de pedir al Congreso local que se haga cargo del municipio, porque Veracruz vive en paz y con tranquilidad, según el discurso oficial, aunque desde septiembre se habían reportado once muertes violentas de políticos y de funcionarios municipales en el estado, más las muertes que ya se han vuelto comunes. Por ejemplo, en enero hubo diecisiete homicidios dolosos en el sur veracruzano, sobre todo en

Coatzacoalcos. Y muchos más en el resto de la región. Quién sabe qué pensará de eso la gente de por allá.


Acayucan es uno de los centros comerciales y de paso de mercancías más importantes del sur del país. También está en las rutas de migrantes. No sé o no recuerdo si es ruta de narcotráfico. Aunque no está en la costa, es parte de ese Veracruz donde hacen su nido las olas del mal. Por lo pronto, la gente no sabe a qué atenerse, y es claro que el gobernador García Jiménez no piensa cómo abordar la inquietud de la alcaldesa sino cómo deshacerse de la señora Rodríguez. Y después, echarle encima a los acayuquenses la Guardia Nacional y otras corporaciones que después de todo ya estaban ahí.


Ahora, además del miedo suyo de cada día, hay confusión entre quienes viven en esa parte del mundo, porque ya no saben quién podrá ayudarlos antes de que se acabe esta vaina, y no parece que el gobernador vaya a renunciar porque no ha podido controlar la violencia.


Desde el balcón

Si uno se sienta a tomar el sol durante mucho tiempo, siente una brisa que viene de entre las ramas pelonas de los árboles de enfrente, hace cierto fresco, y la malta declara que todo es relativo. Pero la memoria es persistente. Uno piensa en cuánto espacio ocupan trescientos millones de pesos, y cómo puede perderse esa cantidad de dinero, que nadie descubrió en quién sabe cuántos años, y de la que nadie tiene noticia desde que la encontró el gobernador de Veracruz. Un chupito de malta aleja la idea de que tal vez todo ese dinero se volvió a perder.


Hoy no canta ningún pájaro. Los que van y los que vienen por el sendero del parque caminan callados, como si fueran calculando dónde caben seiscientos mil billetes de quinientos pesos. La luz va entristeciendo, y la tarde se prepara para la noche del miércoles como ningún reportero se prepara para preguntar en qué paró toda esa lana

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