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La disputa por el Poder Judicial

Xochitl Patricia Campos López

El conflicto entre Morena y los grupos conservadores por el control del centro de poder que constituye la piedra de toque del modelo presidencial, deja entrever que no ha existido en la democracia emergente mexicana una división de poderes real. Un sistema presidencial necesita de un poder judicial autónomo, expedito e independiente; como el que se representa mayormente en Estados Unidos de Norteamérica, pero los escándalos que sacuden a la Suprema Corte y la conocida corrupción que distingue el mundo de los jueces, simplemente permite entender el desastre judicial en México y la forma en que las leyes se retuercen en beneficio de la oligarquía.

Para la mayor parte de los países presidencialistas, sobre todo en Latinoamérica, el Poder Judicial carece de todos los elementos necesarios para cumplir con el equilibro de pesos y contrapesos que el modelo de gobierno necesita. Una explicación de los Golpes de Estado en la trayectoria histórica del sistema de gobierno radica en el uso indebido del elemento judicial que hacen los poderes fácticos y grupos representativos de fueros tradicionales e informales. El Juicio Político o destitución -como ha podido observarse en Brasil, Perú y algunos casos más- son modalidades híbridas de una perspectiva golpista que no cesa en Latinoamérica.

No hay punto de comparación entre el Poder Judicial de México y de los Estados Unidos, la forma en que los mecanismos de ascenso y permanencia distinguen a los miembros del espacio jurídico mexicano, simplemente lleva a la conclusión de que resulta indispensable una reforma profunda judicial y la importancia de proteger el Poder Ejecutivo para conducir la gobernabilidad en México. Giovanni Sartori consideraba para el caso mexicano, las experiencias del modelo francés, así como la de otros modelos presidencialistas para fortalecer al Jefe de Estado. La vida política de un país no puede estar sujeta a los chantajes de actores irresponsables como han sido los legisladores y, en forma sibilina y de mayor traición, los jueces.

El Poder Judicial ha sido una de las ínsulas mayores del conservadurismo mexicano, los empresarios, clérigos y extranjeros que derrotan al Estado Mexicano, lo consiguen mediante una judicialización representativa de un influyentismo, contubernio y corrupción que distingue al mundo de los abogados en nuestro país. En algún momento, incluso presidentes de la república provenientes del PRI y PAN han señalado la urgencia de las “manos limpias” que remiten a la experiencia italiana del control de jueces para inhibir tanta prevaricación en los ámbitos judiciales nacionales y estatales.

El Poder Judicial es un protagonista político fundamental y necesario en el modelo presidencialista, de ahí la dimensión de la lucha y confrontación que representan las posiciones actuales. El avasallamiento del gobierno mexicano mediante un maremágnum de amparos, contrademandas y suspensiones de actuar, deja entrever la parcialidad y apego al Antiguo Régimen que distingue el mundo jurídico de México. No se equivocaba Daniel Cosío Villegas cuando señalaba que los actores de la reforma liberal en el siglo XIX eran personajes excepcionales e irrepetibles.

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