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La debilidad de la DEA frente al Intermarium


Xochitl Patricia Campos López


La recaptura de Rafael Caro Quintero se inscribe en las formas de apoyo político del gobierno mexicano a su contraparte en Estados Unidos, particularmente a Joe Biden para conseguir incrementar su base electoral. La referencia al tema Caro Quintero, sin embargo, revive fantasmas singulares de la relación entre México y Estados Unidos por lo que corresponde con el narcotráfico, la geopolítica y la seguridad nacional de ambos países.


El narcotráfico es administrado por las conservadoras clases políticas de México y Estados Unidos para el financiamiento del imperialismo norteamericano y, en aquellos años protagónicos de los primeros grupos traficantes de droga, la lucha anticomunista. El Kike Camarena es -como muchos mexicanos de la clase media, profesionistas, soldados, urbanos y medio decentes- el representante de las víctimas, mientras la DEA se asemeja a las burocracias incomprendidas –e inútiles- de ambos países.


La historia del anticomunismo se vincula al desarrollo del narcotráfico. La evidencia notoria se presenta durante la presidencia de Ronald Reagan, enfocado al caso del Gral. Oliver North, así como otras situaciones de gobernantes mexicanos vinculados con la política del narco (Samuel Schmidt). Rafael Loret de Mola imaginó escenarios más profundos en el reclamo de la DEA por la afrenta cometida contra Enrique Camarena, pero la CIA y la lucha anticomunista no lo van a permitir. A la élite norteamericana le preocupa más someter a Rusia, al costo que sea, sin considerar el enorme daño que hace la delincuencia organizada en la zona fronteriza con México y a la juventud norteamericana.


El control geopolítico de los Estados Unidos sobre el mundo es más importante que la lucha contra las drogas. El presupuesto y capacidad operativa de la DEA es ínfima en relación a otras agencias norteamericanas, incluidas las que tienen que ver con la simple propaganda o comunicación de la presidencia yanqui.


Resulta poco probable que Caro Quintero sea extraditado a Estados Unidos, lo que quiere exponer la DEA es conocido por todo mundo, pero no se puede decir sin afectar profundos intereses de los grupos políticos en México y Estados Unidos que se beneficiaron del trasiego de drogas mientras peleaban contra un tigre de papel que nunca tuvo –ni tiene- la mínima posibilidad de convertir a la república mexicana en un espacio socialista.


Los problemas del narcotráfico ahora son más graves que durante el último cuarto del siglo XX. El terrorismo y violencia descomunal que es práctica común en los mercenarios dedicados al trasiego de estupefacientes, prostitución, tráfico de personas y robo de energéticos es incontrolable para el gobierno mexicano y, quizá, para el Estado de la Unión Americana.


La DEA no puede hacer más aunque sus intenciones lo pretendan. Kike Camarena seguirá siendo la víctima de una falsa lucha anticomunista y el subsidio de una economía informal que sigue alimentando el imperialismo.

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