Diego Martín Velázquez Caballero
Durante estos días se ha puesto en marcha el Golpe de Estado blando que tanto se observó en distintos espacios latinoamericanos donde la izquierda ha tratado de permanecer en el gobierno. El espionaje del que ha sido objeto el gobierno mexicano tiene una marca indeleble e identificable a leguas en la trayectoria iberoamericana. Al informe sólo le faltó la firma de Henry Lane Wilson.
La información obtenida ilegalmente pretende debilitar al gobierno mexicano más que al partido en turno del poder. La oposición, que también castiga al Presidente de la República, se muestra como fiel lacayo del imperialismo y faccionalista total. No obstante, los bulos que siembra Norteamérica para que México se subordine a sus intereses, nos afectan a todos.
Si México cae, Estado Unidos cae. Este concepto se ha repetido hasta la saciedad en muchos foros académicos, políticos y económicos.
Norteamérica pierde de vista los conflictos que ha generado la ingobernabilidad y que ningún partido, por más fascista, neoliberal y ultraderechista que se muestre, puede arreglar.
Ha llegado la hora de que en América Latina y particularmente en México, las estructuras coloniales de la época virreinal sean modificadas para siempre. Estados Unidos debe permitir la independencia del Estado Mexicano frente a los poderes fácticos que lo dominan desde tiempos españoles.
Los informes secretos, el apoyo extranjero a la oposición, el financiamiento a mercenarios que combaten al Ejército Nacional y la campaña de desprestigio que se ha desplegado, no son cosas nuevas. Para dejar de lado las experiencias norteamericanas, puede señalarse en el caso mexicano la cuestión de las drogas. ¿De qué ha servido tanta presión sobre los gobiernos mexicanos para hacer lo que a EU conviene en el tema del narcotráfico? De nada. Cada sexenio las cosas están peor para México y Norteamérica.
¿Es que acaso Estados Unidos quiere más inmigración, drogas, delincuencia financiera, narcoterrorismo y violencia en distintos espacios de la Unión Americana?
El gobierno morenista, a pesar de todo, ha soportado una severa crisis derivada de la época neoliberal y la pandemia que abarca más de la mitad del sexenio. El país podría estar peor y sólo basta recordar los discursos de Donald Trump en su primera campaña y la psicosis social que generó cuando hablaba de devolver algunos millones de migrantes a nuestro país o solidificar el muro fronterizo. Con dos situaciones graves y los conflictos implícitos que han generado, MORENA -en el gobierno federal- no presenta resultados completamente inadmisibles.
Romper el equilibrio que ha generado Morena y que se sostiene con alfileres, no va a retribuir en algo positivo para Norteamérica. El empoderamiento de la ultraderecha mexicana sólo retribuye a Donald Trump y los republicanos supremacistas.
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