Elio Masferrer Kan.
Hace más de 15 días Francisco rechazó con firmeza la prohibición de practicar la religión ortodoxa rusa en Ucrania y la obligación de que los ortodoxos se afilien a la Iglesia Ortodoxa ucraniana. Esta decisión produjo malestar en el “mundo occidental” que está alineado con Ucrania en su confrontación con Rusia, la “gran prensa” hizo una serie de comentarios, la mayoría de ellos muy superficiales.
La explicación de Francisco fue contundente, la religión como un espacio de la libertad de conciencia no puede estar subordinada a decisiones del poder político. El asunto es más complicado, debemos entender que los países europeos, como en todo el mundo, no son homogéneos en términos religiosos, ni étnico-nacionales. Los ucranianos son alrededor del 70% de Ucrania, y los rusos étnicos el 17% de ese país. Alrededor del 14% de Ucrania son de otros orígenes étnicos y religiosos, Francisco tiene fieles de rito greco católico ucraniano que están con el presidente Zelensky, pero además tiene feligreses de rito latino, en su mayoría polacos étnicos, más los de rito greco católico ruteno que no quieren saber nada con los de rito ucraniano.
Los greco católicos ucranianos se alienaron con los nazis en la Segunda Guerra Mundial y protagonizaron el exterminio de judíos, gitanos (rom), bielorrusos polacos, rutenos y rusos étnicos, esto persiste en la memoria y es un factor que debemos tener en cuenta para comprender las dificultades para construir una solución política al conflicto, además nos explican las razones por las cuáles Israel nunca apoyó a Zelensky, a pesar de su origen judío. Un tercio del gabinete de Netanyahu son judíos ex soviéticos y muchos de sus parientes padecieron los excesos despiadados de las Waffen SS del nazismo, cuyos hijos y nietos están aliados con Zelensky, quien además para que lo apoyaran los ucranianos étnicos tuvo que “aceptar” que Stefan Bandera, el líder de los pronazis, era un “patriota”.
Francisco conoce de primera mano la “cuestión ucraniana” debido a que cuando era arzobispo de Buenos Aires fue también obispo para los católicos ucranianos residentes en Argentina (la tercera colonia de ucranianos de la diáspora). El Papa prefirió salirse del conflicto, a la vez que fortaleció la posición de millones de católicos que viven en países del antiguo bloque soviético y en los países del “socialismo oriental”, como China, Corea, Laos, Vietnam y Camboya.
Francisco, este lunes salió para países de Asia y Oceanía, el viaje más extenso emprendido, pero tiene el ojo puesto en China y Vietnam, que no ha podido visitar. Estos países tienen millones de católicos al interior y un papa misionero no puede perder de vista a sus “ovejas” que están fuera de su área de contacto. La estrategia ya tuvo recompensas.
La Santa Sede es de los pocos países que mantiene relaciones con la República de China (Taiwán), pero a su vez es el único país que tiene acuerdos simultáneamente con la República Popular China. Cuando Mao Tse Tung entró a Beijing y consolidó la revolución, todos los misioneros extranjeros fueron expulsados y considerados parte de las estrategias coloniales. El Partido Comunista Chino impulsó la creación de la Asociación Católica Patriótica China, una estructura cismática que no acepta la autoridad papal. El Vaticano firmó un acuerdo provisional tratando de llegar a acuerdos, donde se reconocen los obispos “clandestinos” que responden a Roma y los “oficiales” alineados con el Partido.
El acuerdo firmado y criticado por los obispos católicos de Hong Kong, más ubicados en la Guerra Fría y la confrontación Este-Oeste, fue visto como una claudicación. Finalmente, el Partido Comunista aceptó el jueves pasado a monseñor Melchor Shi Hongzhen como obispo de Tianjin, uno de los obispos “clandestinos” leales a Roma. Con esto, Francisco consolida su estrategia de dar “pequeños pasos”, pero consistentes, en función de los intereses de la Iglesia Católica que no tienen por qué coincidir con objetivos (y conflictos) de las “superpotencias” que disputan la hegemonía y el control del mundo.
Este logro le permite llegar fuerte a su visita a Asia y Oceanía, con el respaldo de que sus estrategias político religiosas son reconocidas hasta por el país con más ateos del mundo: la República Popular China, la mayor potencia asiática. “Poco a poco se llega lejos y la paciencia deber ser infinita” son sus lemas.
Doctor en antropología, profesor investigador emérito ENAH-INAH
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