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En olor de santidad

Elio Masferrer Kan

El culto a los santos es un elemento característico del catolicismo y ha sido históricamente un elemento distintivo con respecto al protestantismo y a las religiones que derivan de la Reforma Luterana. Esta cuestión fue un aspecto de la polémica religiosa, a la vez que genera conflictos al interior del mismo catolicismo.

En sentido estricto fue parte sustantiva de las estrategias de evangelización y conversión a lo largo de la historia de la Iglesia, ya en el 599 el papa San Gregorio Magno recomendaba para convertir a los ingleses al cristianismo:

“que los templos de los ídolos de aquellas gentes no deben ser destruidos; sólo los ídolos que en ellas se encuentran; que con agua bendita se rocíen y bendigan los mismos templos, que sean construidos los altares y depositadas las reliquias: porque si los mencionados templos están bien construidos, es necesario que ellos vean cambiado su antiguo culto a los demonios por el culto al verdadero Dios”

La estrategia de cooptación de los lugares sagrados de las antiguas religiones precristianas, introducción también el culto a los santos:

“puesto que están habituados a matar muchos bueyes en sacrificio a los demonios, se les puede conceder el celebrar alguna festividad de este género, pero bajo otra forma, y de este modo en los días de "dedicación" o natalicio de los Santos Mártires”.

Se trataba entonces de manejar el culto a los santos como un mecanismo sustitutorio de los dioses precristianos, pero manteniendo rituales semejantes. Dicha estrategia de conversión “por etapas” explicaría las razones por las cuales el Santo Patrono de los ingleses es San Jorge, quien logró matar a un Dragón que atemorizaba a los británicos en aquellos tiempos. El detalle, y dicen que el “demonio está en los detalles”, es que el Dragon es una especie que no existe, diría cualquier biólogo y los antropólogos podemos completar el argumento diciendo que en realidad dicho Dragón era un personaje mítico, parte del Panteón de las deidades precristianas de los ingleses, y que en realidad simboliza la derrota de las antiguas creencias.

La posibilidad de que el Patrono de los ingleses, San Jorge, quien sería una persona de carne y hueso que libera a los ingleses de tan peligroso (e inexistente) dragón causaría confusión entre los creyentes pues el acontecimiento principal atribuido al santo está en duda. Sin embargo, muchos católicos y anglicanos podrían corregirnos y mencionarnos que ellos le pidieron milagros a San Jorge y sí les cumplió, por lo que consideran que es un buen intercesor ante Dios, y qué, por lo tanto, el biólogo y el antropólogo están totalmente equivocados.

Estas cuestiones están en un contexto general que la Iglesia Católica llama “piedad popular”, donde engloba un conjunto de creencias que están en un limbo teológico, se sabe que existen, no les parecen adecuadas, teológicamente son poco consistentes, pero es evidente que sus feligreses creen en ellas y lo más práctico es que no las desmientan, pues los creyentes podrían sentirse muy ofendidos.

La Compañía de Jesús se fundó, entre otras cuestiones para confrontarse intelectualmente con los exégetas de la Reforma Luterana quienes exigen que cada cosa que planteen los católicos esté respaldada por la Biblia. El catolicismo acepta las enseñanzas bíblicas como principal punto de referencia, pero también toma en cuenta la Tradición, un conjunto de acuerdos asumidos por los papas. El culto a los santos estaría en el campo de la Tradición e incluiría a un conjunto especial de fieles católicos que por una serie de razones muy atendibles estarían en una relación especial con Dios y por lo tanto podrían interceder ante Él.

El tema no es menor pues en el Congreso Misionero de Panamá (1916) los protestantes decidieron llamarse evangélicos y además consideraron que era legítimo impulsar la conversión de los católicos pues, según ellos, estaban mal evangelizados y tomando en cuenta el culto a los santos, eran considerados politeístas.

El Concilio Vaticano II (1963-65) trató de ordenar el tema pues había un conjunto de santos, cuya existencia o sus hazañas eran difíciles de sostener y tuvieron muchos problemas para aplicarlos. En México el obispo don Sergio Méndez Arceo fue acusado de meter a los santos “en la cárcel” pues algunos santos fueron retirados de sus capillas y llevados a la sacristía. En varios casos, sacerdotes tradicionalistas desacataron mandatos de sus obispos.

Recientemente la Congregación para la Doctrina de la Fe dio nuevas instrucciones para ver a los nuevos santos y los milagros atribuidos. Falta ver qué opinan los feligreses “de a pie” de estas novedades. ¿Sabrán los teólogos entender “el olor de Santidad”?

Doctor en antropología, profesor investigador emérito ENAH-INAH

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