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Defínete, Xóchitl

Xochitl Patricia Campos López

Aunque de forma irresponsable solemos encerrar a las múltiples derechas en un mismo cajón, lo cierto es que la realidad, siempre inconforme con la teoría, determina un curso diferente. El deslinde que hizo Xóchitl Gálvez de la ultraderecha española representada por VOX y algunos otros organismos, permite entrever la clásica división entre una derecha hispanista y una proyanqui, que se mantiene en México desde la Independencia.

La distinción entre ellas aparece cuando observamos el papel que podrían representar en procesos de negociación. Mientras la derecha proyanqui siempre busca una entrega total a Estados Unidos, la hispanista intenta preservar el papel jerárquico e intermediario de la Iglesia católica y la oligarquía criolla. Su origen explica su comportamiento, pero lo cierto es que, entre las derechas, ninguna de ellas sabe cómo resolver su relación con Estados Unidos. El centro de la discusión de las derechas también desata discusiones teológicas y escatológicas de gran calado. La derecha proyanqui aspira a cristianizar el mundo en una perspectiva WASP que por momentos se aproxima a la ariosofía. La derecha hispanista apela al Imperio Universal de la Iglesia católica. La diferencia es grave en temas económicos, sociales y geopolíticos, más que espirituales.

Mientras VOX y Eduardo Verástegui representan a la derecha proyanqui que apuesta por Donald Trump y la derecha republicana ariosófica, Xóchitl Gálvez confía en que la actual administración de Biden garantiza un orden neoliberal y democrático favorable a la derecha hispanista tradicional que ha resultado beneficiada en los últimos treinta años y que habita cómodamente en el PAN.

Pero, aun cuando estas derechas tienen orígenes distintos, comparten valores y, lo más importante, comparten adversarios. Hoy, cuando Xóchitl dice que “con VOX ni a la esquina”, parece representarse a sí misma y no a los partidos que la postulan; olvida que algunos de los senadores del PAN recibieron a VOX para firmar la Carta de Madrid contra el comunismo y que Lilly Téllez también le hizo una invitación abierta a Javier Milei para que los alumbre con su experiencia y, como Ricardo Salinas Pliego, haga patente el éxito del liberalismo salvaje para dejar de pagar impuestos.

Sin embargo, Xóchitl Gálvez cuenta con el apoyo de la derecha hispanista en México, que avanza y ha logrado adelantar en la agenda de seguridad y escala en el modelo económico. Históricamente, después de la Cristiada, esta derecha se ha dedicado a la infiltración de todos los organismos sociales en el país y tal hecho les garantiza poder e información. Siempre ganan, aun perdiendo. La derecha proyanqui se ha mantenido agazapada y sitiada, pero ahora, con Verástegui, ha incrementado su protagonismo.

La diferencia entre ellas es que mientras la hispanista es negociadora, la derecha proyanqui no lo es y, como puede verse con la candidata del FAM, la colaboración entre una derecha hispanista y otra proyanqui, aun parece distante. Para colmo, con tal de no quedar mal con ninguna, Xóchitl Gálvez ahora también niega su filiación trotskista, de la que hizo gala como precandidata. Xóchitl, por favor, defínete.

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