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Cuantos y quienes somos

Divagaciones de la Manzana


Martha Chapa

La tarea es tan titánica y al igual el esfuerzo y los recursos que se requieren para cumplirse, que prácticamente obliga a que los Censos de Población y vivienda se organicen y realicen cada diez años.

Más importante aún es qué los resultados que arrojan sean valorados, conocidos y aprovechados, principalmente por el gobierno, como también en el caso de los sectores privado y social, investigadores, académicos y la población en general, a fin de dimoportunidades, problemas y retos que debemos enfrentar juntos.

Gran mérito tiene entonces la movilización y trabajo de miles de encuestadores que visitan casa por casa a lo largo y ancho del país. Una práctica qué viene desde los tiempos prehispánicos cuando todavía se contaba con piedras que depositaban los habitantes en urnas para saber cuántos eran, si bien del siglo XIX, concretamente en 1895, se institucionalizan en el Porfirismo y extienden hasta nuestros días, salvo la interrupción registrada en la época de la Revolución Mexicana.

En todo caso, se trata de una recolección de datos e indicadores qué son esenciales para la óptima planeación del desarrollo económico social y cultural del país

Ahora, apenas hace unos días se dieron a conocer los resultados de los Censos de Población y Vivienda correspondientes al 2020, que nos revelaron cambios fundamentales que deben tomarse en cuenta no solamente para el presente, sino frente al futuro inmediato que sobrevendrá y exigirá una serie de condiciones en diversos rubros.

Entre los datos más impactantes está el hecho de qué la edad promedio de nuestra población es ya de 29 años, comparativamente con los 26 años promedio de hace una década, y en el año 2000, era de 22 años, es decir, que hay un envejecimiento progresivo qué implica en nuestros días la adopción de decisiones claves que tienen

que ver lo mismo con educación que salud o empleo, entre otras políticas públicas que deben regirnos. O que el 51.2% de la población total somos mujeres. Otro indicador, igualmente de alto impacto, es la expansión de los sistemas de computación, internet y telecomunicaciones como el internet o las tablets en los hogares mexicanos, ya en casi la mitad de los hogares, además de ciertas mejorías del orden material.

Como se ve, tan solo en unos cuantos datos o resultados, implican la reorientación de nuestras prioridades para responder en mejores condiciones a un presente que exige desde ahora la instrumentación de grandes acciones de gobierno y de la aplicación de nuestros recursos a corto y mediano plazo, o sea adecuarnos a las nuevas realidades, sin que nos rebasen y se concertan en problemas irresolubles del porvenir.

Es preciso que nos adentremos en toda esta información, en verdad invaluable, en esa fotografía que nos muestra cuántos y quiénes somos, dónde y cómo vivimos o que tenemos y de qué carecemos.

Así, además de conocer y valorar la información, estar conscientes y exigir a nuestro gobierno actual y a los gobiernos subsiguientes, para que actúen en consonancia, congruencia y eficacia a partir de la realidad y no como a veces lamentablemente ha sucedido en la gestión actual, de qué cada vez que se exponen pruebas y datos irrefutables sobre un problema o tema específico, que no requieren reconocer, la respuesta consabida es que el gobernante tiene “otros datos”.

Y desde luego, en el caso de los censos, comprobamos que los organismos autónomos son indispensables pues no se prestan a truquear ni adulterar la realidad nacional, como es el caso del INEGI, instancia que con oportunidad y veracidad nos proporciona tantas y buenas razones de su existencia institucional.

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