Diego Martín Velázquez Caballero
La responsabilidad contra las clases medias por el fracaso de los proyectos gubernamentales es común en Latinoamérica. Siempre se piensa que los responsables del malestar nacional están representados por las oligarquías; pero, tarde o temprano, los grupos políticos culpan a la clase media. Ni la izquierda ni la derecha crean políticas para las clases medias porque las sienten lejanas de sus valores fundamentales. En los países donde la modernización liberal es tardía y la vía autoritaria y/o estatista se presenta como único camino, este grupo social es señalado como ajeno y, en no pocas ocasiones, expulsado. Socialistas, capitalistas y nazis, despreciaron a la clase media. Los regímenes populistas terminan por expulsar a las clases medias. Así ha pasado en Cuba, Chile, Venezuela, URSS y Alemania Nazi. Precisamente las críticas que el presidente acusaba como injustas, racistas y clasistas hacia su modelo político, tal pareciera que ahora las implementa contra las clases medias.
Desde algunas atalayas la situación es grave porque el señalamiento hacia este grupo social constituye una discriminación importante y cancela la modernización al estilo occidental. La clase media representa una cultura, valores, ética y sentido liberal diferente de las clases marginadas y altas.
Durante la época neoliberal se consideraba que pertenecer a la clase media implicaba recibir un beso del demonio. En efecto, en países como México, es el principal grupo desprotegido de los proyectos nacionales modernizadores. Sólo cuenta consigo misma. Se acusa su falta de talante, nacionalismo, derrotismo y capacidad de arrastre para con el resto de la población. Nada se entiende de la importancia que implica tener una amplia clase media para la estabilidad y consolidación democrática. Las naciones democráticas se han enfocado en consolidar y ampliar las clases medias.
La clase media no tiene la culpa de nada. Se encuentran en una cadena de insatisfacciones por todo el país porque ha sido el principal misionero de la modernización occidental y, tal vez, alguna de sus principales víctimas. Las clases media sufren las múltiples modernizaciones que México plantea para inhibir la occidentalización y conflicto. Durante varios años, las clases medias han sido los colaboradores callados de las diferentes modernizaciones y todos le han quedado mal. Cuando se observa la forma en que históricamente la clase media ha sido humillada a lo largo de la historia, se encuentra el sentido del populismo. Los autoritarismos las han enviado a ordeñar vacas, cortar caña, bajarse a la línea de producción, alfabetizar, despiojar, vacunar, deslindar tierras, emigrar..., y siempre van. Los proyectos latinoamericanos oscilan entre los extremos sociales, pero nunca se han dirigido hacia las clases medias.
El ataque de AMLO a este sector social es muestra de la capitulación de la 4T frente a las oligarquías nacionales y los Estados Unidos. El enojo del presidente con las clases medias es
porque estas sí entienden que la 4T es un galimatías que no integra ni evoluciona nada. El presidente no escoge una ruta modernizadora liberal ni socialista, está optando por el camino de la informalidad, corrupción, porrismo, cacicazgo y relajo que el imperialismo norteamericano nos impone. Estados Unidos habla a través de AMLO: "Un país como México no necesita profesionistas ni personas con posgrado. Norteamérica, Europa y Asía, sí. No queremos un Japón al otro lado del río Bravo".
En México hace falta decir, honesta y brutalmente, si la integración con Estados Unidos puede ser por la vía formal. Esa fue la ruta de los Tigres Asiáticos. Mientras las ciencias sociales latinoamericanas fomentan la pobretología, en otras latitudes se analiza la importancia de formar sectores capacitados y encontrar brechas económicas para la competencia internacional. El neoliberalismo asiático logró emanciparse de Estados Unidos gracias a la formación de una clase media trabajadora, innovadora y capacitada. La informalidad que tanto dinero y riqueza genera, también desarrolla una cantidad de males incuantificables. Este capitalismo gangsteril es responsable del declive de Estados Unidos y la balcanización mundial. El aislacionismo de los republicanos pretendía aminorar la situación, los demócratas la quieren llevar al extremo.
La clase media constituye un anhelo justiciero positivista, quizá es el punto de llegada de la utopía modernizadora. A pesar de todo, es la que representa la evolución y el desarrollo de un país, es la que puede hacerse cargo de los procesos complejos de modernización. Han sido desafortunadas y dolorosas las declaraciones presidenciales pues sólo muestran la búsqueda de chivos expiatorios porque la 4T no logra establecerse. No hay proyectos políticos para la clase media latinoamericana, la modernización occidental fracasa y todo se conduce como los extremos sociales y el imperialismo lo quieren. Un México como el de ahora, sólo conviene a Estados Unidos, la oligarquía nacional y los poderes fácticos de siempre, ese es el dolor del presidente.
Pero las clases medias también son indispensables en la conformación del desarrollo nacional. El imperio debe hacer la prospectiva para entender la urgencia de consolidar en México una potencia media que contenga las enormes olas migratorias, informales, violentas y no occidentales que se avecinan.
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