Última llamada
Mucho ruido y casi nada de nueces en las cumbres de protección al ambiente en el mundo.
Llegan los gobiernos, prometen que corregirán el daño ambiental a plazos larguísimos que no cumplen.
El incumplimiento gubernamental se desprende no solamente de su incapacidad para cubrir el costo que provoca el remedio y prevención de mayor daño, sino la imposibilidad que tienen para impulsar, incentivar, imponer correcciones económicas y tecnológicas que protejan el ambiente.
Pero tal vez la razón principal del fracaso estriba en que en esas cumbres no están los que mandan. En la mesa de decisiones no está la oligarquía mundial y de cada uno de los países que a final de cuentas es la que autoriza esos cambios.
Los jefes de Estado son una suerte de representantes sin capacidad implantación de decisiones radicales.
Joe Biden por ejemplo, asistió a la cumbre sin la aprobación de su propuesta de remedio ambiental que fue frenada por un senador republicano disfrazado de demócrata, e hizo un llamado a aumentar la producción de petróleo porque así conviene a las grandes empresas de su país.
De México se colaron senadoras que aprovecharon la oportunidad para irse de paseo a Europa con gastos pagados y que no actúan ni actuarán para mejorar el ambiente.
Hay que considerar que se asesina a los ambientalistas en varias partes del mundo y a un imbécil como Bolsonaro empeñado en arruinar el Amazonas.
Así los llamados de activistas sociales que con honestidad tratan de empujar una agenda ambiental, se verán una vez más con un palmo de narices, mientras nos acercamos cada vez más a daños ambientales irreparables.
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