La campaña de injuria contra el expresidente Felipe Calderón resulta innecesaria, es una bajeza y muestra la felonía de los compromisos que el presidente Andrés Manuel López Obrador ha alcanzado con Estados Unidos y la ultraderecha mexicana. Desde Manuel Ávila Camacho, los informantes y topos, son los mismos porros primitivos que se ufanan como miembros de las sociedades secretas reservadas del nacionalismo católico y de los que tipos como Manuel Espino son dignos representantes. Andrés Manuel López Obrador no puede cuestionar a Felipe Calderón porque está trabajando con los mismos: el catolicismo integral intransigente encontró acomodo en MORENA y en los niveles más altos de la administración pública. Algunos gobiernos estatales, como es el caso de Puebla, están controlados hasta el tuétano por los pseudonazis de siempre: tartufos, oportunistas y moralinos.
El ataque al Felipe Calderón proviene de la ultraderecha que siempre ha controlado el Estado Mexicano. Aquella que se puso al servicio de Estados Unidos y que, luego, arrodilló a México también frente a la Unión Americana. ¿Se responsabiliza a Calderón de ser sumiso al Pentágono y al Vaticano? ¿Puede AMLO gobernar de otra manera? Lo del supuesto alcoholismo es punto y aparte. En un país con una cultura altamente significativa del alcoholismo, no se puede mover mar y tierra para que el pueblo rinda tributo a los santones de las cantinas y, luego, llevar al infierno a un personaje político por las mismas circunstancias. Esto es el tartufismo, se es o no se es. Tomás Garrido Canabal fusilaba borrachos lo mismo que dinamitaba Iglesias.
AMLO hace uso de la peor retórica para gobernar y mañana será el banquete de los nacionalistas católicos-conservadores que ahora dicen estar de su lado. La moneda de cambio de estos grupos es el acoso y la extorsión confidencial, el chantaje. Al incluirlos en su gobierno, le han tomado más información de la que imagina y que será usada en forma conveniente. Sólo hay que esperar la muerte del rey para que viva el nuevo rey y las cortesanas hacen uso de los datos que palaciegamente obtuvieron para encontrar acomodo.
La necedad de convocar la referencia y arbitrio de Mario Bergoglio para ganar legitimidad, es una muestra de la falacia populista de todas partes. Todo cristiano que se digne ser respetado, tiene más referencias que los Papas. Insistir en mezclar catolicismo y política sólo muestra el grado de vasallaje y esclavitud que en el mundo iberoamericano, latino y centroeuropeo, se genera. Para fines del pluralismo religioso, no le hace ningún favor a la democracia mexicana, la consideración de hacer constantes referencias bíblicas así como a los mensajes de Mario Bergoglio. ¿Qué no hay otros autores, incluso cristianos, para señalar la importancia de un valor o expresar la legitimidad de una acción? ¿No se puede citar a un académico o, si el tema religioso es importante, al ministro judío, musulmán, budista o vegano? El debate por los mensajes religiosos del presidente es una agresión innecesaria a cultura laica liberal. Durante el siglo XIX y XX, los ataques al Estado Mexicano han sido gigantes por parte de la alta clerecía católica.
La democracia iliberal es una de las consecuencias de la democracia cristiana. Este es el límite antropológico de nuestra evolución política. Como en la Italia de la posguerra, sólo hay tres opciones jesuitas: blancos, negros y rojos. Enrique Krauze al definir el PAN, consideraba que medio partido es Yunque, y la otra mitad también es católica pero se divide en aspiracionistas,
liberales, civilistas y humanistas. Así es todo México. La superación de estos límites antropológicos es imposible de fracturar si la ruptura histórica es Porfirio Muñoz Ledo.
La democracia cristiana camina en el filo de la navaja fascista. Aún cuando algunos de sus gobiernos se muestran tolerantes con los pluralismos sexuales, culturales, raciales y religiosos, lo cierto es que no pueden resistir la tentación de implementar políticas públicas y leyes con orientación cristiana, particularmente la del catolicismo integral intransigente.
Los partidos políticos que asumen la bandera de la democracia cristiana, inevitablemente admiten el clericalismo y la tutela clerical en la conformación de sus gobiernos así como en su relación internacional con la Santa Sede. Los casos de América Latina y Europa del Este constituyen los espacios de mayor dimensión para la democracia cristiana. Principalmente por la carencia de una cultura liberal en el sentido económico, político y social. Mientras en otras sociedades –sobre todo de orientación cristiana protestante la cultura cívica respecto a la secularización y laicidad no presenta mayor conflicto, en las sociedades iberoamericanas y católicas centroeuropeas, la ausencia del clericalismo en la dimensión gubernamental, y de toda la estructura social, es considerada una tragedia.
Para la democracia cristiana de ascendencia católica, la retórica y narrativa nacionalista conservadora sigue siendo de gran valor. En las regiones antes mencionadas, incluso los gobiernos de izquierda deben reconciliar sus ideas progresistas con los valores y directrices del catolicismo romano. MORENA y AMLO están haciéndolo. López Obrador quedará en la línea de Ávila Camacho, Echeverría, Salinas, Fox y Calderón.
La democracia cristiana, más que un fenómeno de ideología política, constituye una estrategia geopolítica para conformar gobiernos de derecha, partidos políticos que defiendan su doctrina y crear las sociedades cristianas perfectas donde los creyentes católicos sean mayoría.
En las sociedades católicas con poco desarrollo liberal, resulta más importante el faccionalismo y la sucesión al interior de la Iglesia Católica que dentro del sistema político mismo. Este elemento vale la pena ser destacado porque cumple con las referencias interpretativas de Max Weber respecto al desarrollo entre católicos y protestantes; pero, también, permite destacar las consecuencias que alcanza la carencia de una cultura cívica y conciencia política liberal.
América Latina y Europa del Este, cada vez más, tienen gobiernos autoritarios confesionales, corruptos y que caen en los populismos –a secas para mantener cohesionada a la oligarquía política pero en torno de los grupos religiosos católicos y cristianos.
Mientras en las naciones con grupos católicos significativos no se generen las revoluciones religiosas que generen un ultraliberalismo de creencias, así como pactos de religión y tolerancia, se inhibirá la necesaria diferenciación social para la estructuración libre de los campos político, económico y social. La democracia cristiana de orientación católica se queda en la sociedad orgánica y corporativa de la Edad Media.
La estrategia geopolítica que el nacionalismo católico impulsó en Europa del Este para confrontar el comunismo y adquirir territorios para el dominio de la Iglesia Católica fue exitosa en el
desmantelamiento de la URSS. Empero, vista a casi treinta años, la región no ha desarrollado democracias consolidadas o maduras y, contra el pesar de algunos analistas que exageran las virtudes de la democracia cristiana, el Mittleuropa es una región profascista cercana a los regímenes de ultraderecha en los inicios del siglo XX.
Durante varios años, el texto de Ilan Bizberg y Marcyn Fribes: Transiciones a la democracia. Lecciones para México, editado por Cal y Arena, fue puesto a consideración de los grupos panistas, particularmente el Yunque, como uno de los modelos para hacer la guía de la transición política mexicana. En palabras de Frido Arias Kung, se trató de aproximar la figura de Vicente Fox a Lech Walesa para que la condición del nacionalismo católico sirviera como impulso en el cambio de régimen y la ruptura histórica como en la experiencia de Europa del Este. Sin embargo, México no es Polonia y el catolicismo hispano, con todo y lo conservador que pretende ser, en nada se aproxima al catolicismo polaco. Trata de imitar el antisemitismo y el anticomunismo, pero la distancia de la experiencia europea y la condición hispanista, diseñó un modelo corrupto y corruptor que poco imita a la dinámica histórica polaca.
Existen muchas diferencias entre la experiencia polaca e hispánica. Mientras Polonia tiene una guerra civil con sus primos hermanos eslavos -los rusos, en el caso hispano, con todo y que la recuperación de los territorios dominados por el Islam tardó ocho siglos, se generó un proceso de interculturalidad en el Sur de España que hasta la fecha no se quiere reconocer por parte de los españoles que piensan ser descendientes directos de Adolfo Hitler, aunque hayan nacido en Cholula (Puebla). Sefarad generó un extraño multiculturalismo que lleva a distinguir la región de Europa y de la propia Cristiandad. América Latina es una gran Sefarad. Poblaciones Multiculturales Transrreligiosas. Quizá, estas características, extraños elementos, sean los que han inhibido la experiencia polaca.
Polonia fue generando un conflicto histórico con Rusia, con todo y las similitudes raciales, culturales y religiosas. El dominio soviético comunista, de forma injustificada y totalitaria, ahondó la brecha y resultó un elemento significativo para incrementar las reservas que la región se guarda frente a Rusia.
La transición democrática española fue un espacio de negociación y convivencia entre las facciones republicas y monarquistas que implementaron el canovismo tradicional de la ineficaz casa reinante española. Aunque se habla de reconciliación nacional y olvido, lo cierto es que hay un espacio histórico donde, en forma nicodémica, los sectores reformistas y moderados han venido trabajando.
La transición a la democracia en Polonia, presenta características diferentes. La Iglesia Católica había venido constituyéndose como el estandarte de la identidad nacional frente al comunismo ruso. Aunque tenía sus espacios de negociación con la URSS, no hubo ningún intento por parte de los católicos para pactar con los comunistas. En Polonia ocurre un proceso de reestructuración desde la sociedad civil auténtica que pugnó por la democracia, pero que, con el tiempo, ha venido a traducirse en la conformación de gobiernos de extrema derecha. A modo de justificación, el nacionalismo católico se mantiene vigente como mecanismo de defensa frente a Rusia que, ahora, bajo el dominio de Vladimir Putin, pretende recuperar la hegemonía geopolítica que caracterizó a Rusia durante los años zaristas y comunistas.
La Iberoamérica católica no tiene un enemigo como Rusia aquí cerca, si Estados Unidos abriera sus fronteras todo el mundo quisiera meterse. Por eso el Intermarium es una estrategia fallida de la derecha latinoamericana. La colaboración de Frido Arias Kung con el panismo y el movimiento identitario cristiano demócrata de América, así lo deja entrever.
El populismo, la experiencia política de Cuba, Nicaragua o Venezuela, para nada se comparan con la URSS, China o Korea del Norte, con todo y la gritería que la ultraderecha hace desde Miami y Argentina. Los gobiernos de izquierda en Latinoamérica son inocuos frente al imperialismo de la Santa Sede y Estados Unidos. Para el historiador Loris Zanatta y el comparativista Bertrand Badie, somos populistas católicos conservadores (derecha) o progresistas (izquerda).
Es más importante en la identidad regional la Guerra de las Malvinas entre Argentina e Inglaterra, que la Guerra Sucia que se llevó contra los grupos izquierdistas o abiertamente comunistas que eran pocos, desorganizados y sin ningún elemento exterior de apoyo. La propia Cuba vive esta orfandad desde la crisis de los misiles en 1961. En el caso de México, a estas alturas, sólo a Samuel Huntington y George Friedman se les ocurre pronosticar una guerra entre México y Estados Unidos. La integración mexicana a Estados Unidos es tan obvia que, además de adoptar las orejas de Mickey Mouse, el pueblo actuaría como lo hizo la sociedad panameña en la invasión a dicho país para derrocar a Manuel Noriega, antiguo colaborador de la CIA. Sólo a los argentinos les ha servido esta retórica para enfrentarse a los ingleses.
El Intermarium en Iberoamérica ha servido para que los nacionalistas católicos sacien sus ganas de matar, asesinando vilmente, a comunistas, indígenas, feministas, obreros y, sobre todo, estudiantes. Y para cogobernar con los comunistas chivatones. El pacto con la delincuencia organizada priista se ha venido haciendo desde la época de Manuel Ávila Camacho.
Los indicadores económicos, políticos y sociales de Europa del Este, no se deben a la democracia cristiana sino a la posibilidad geopolítica de constituirse como una estrategia de la cultura occidental frente a Rusia y el mundo árabe.
Polonia es caracterizada desde Rusia como el “Burro de Troya” y, durante el siglo XX, las consecuencias de su comportamiento no le han hecho comprender.
En el caso de México, la lección de Europa del Este debiera de ser: búscate un enemigo tan grande como Rusia, China o el Islam para que Norteamérica y la Santa Sede concedan su apoyo a la mejora estructural.
Mientras eso ocurre, sólo resta mantener el comportamiento del mundo latino o hispano, peleando entre sí: el norte contra el sur, la pugna colorista, racista y social de las castas, la lucha de una oligarquía criolla hispana contra grupos aspiracionistas populares, competencia por la corrupción, emigración de los grupos marginados hacia Norteamérica, etc., para que nuestras sociedad tengan ingresos mínimos.
Para decirlo más claro, España, Portugal e Italia; siguen siendo nuestros límites antropológicos. La península itálica, ibérica así como Europa del Este, son modelos de democracias iliberales, católicas, ineficaces, bloqueadas, cristianas cercanas al fascismo cuando las condiciones lo requieren, liberales hasta donde los obispos y la estructura social lo permiten. La democracia cristiana es antagónica a las democracias liberales.
En México, como en España, se ha llevado a cabo una transición nicodémica, canovista, tránsfuga, donde los grupos en pugna se han acostumbrado a pactar transas, a migrar y cambiar de chaqueta partidaria en el momento más oportuno. El único verbo que sabe conjugar la política mexicana, es el que Martín Luis Guzmán pone en la boca de Olivier Fernández, avatar de Jorge Prieto Laurens (Nacionalista Católico, anticomunista, colaborador de la CIA, fundador de los Tecos y Yunque) es chaquetear, traicionar, madrugar. Y el hombre que más madruga, ya sabes quién es.
i José Alfredo Jiménez. Cantautor mexicano oriundo de León, Guanajuato.