Puebla vive, desde hace un par de años, un conflicto que, en forma cada vez más constante, parece derivar en la ingobernabilidad y el desorden. El morenovallismo intentó fundar un neoavilacamachismo a partir de un consenso autoritario que se olvidó de los cambios en conciencia y estructura que ha vivido el país. Con todo y la casaca de la alternancia política, el caciquismo tecnocrático no tuvo los suficientes recursos políticos y económicos para consolidar una ruta al poder político nacional. Las circunstancias obligaron al morenovallismo a defender, con una violencia grave, los espacios que, en forma excéntrica, consideraba su prebostazgo. El destino eliminó la posibilidad del neoavilacamachismo y generó también una fragmentación de las camarillas antiguas, supervivientes y viudas que, al parecer, todavía se mantienen en una competencia radical donde cada vez se olvidan más de la política y se alinean en purgas que agravan la situación de Puebla.
El acuerdo tácito de estas camarillas es impedir la construcción de un régimen democrático en el estado. Las facciones sólo tienden a multiplicarse y exhibir quien es mejor traidor. La estabilidad, equidad, justicia, seguridad, crecimiento y desarrollo, se alejan de nuestro entorno.
La modernización autoritaria del morenovallismo dejó con una situación crítica a la entidad. Una centralización injusta, propensa al expolio, abuso y despojo, lastimó a los municipios y regiones que, desde entonces, son víctimas de la delincuencia, emigración, pobreza y desgobierno.
Después del accidentado proceso electoral que permitió a MORENA alcanzar el control del poder ejecutivo y legislativo, lejos de aminorar la situación antes mencionada, ha hecho todo por empeorar las cosas. El gobierno estatal es el único responsable, pues su política de alianzas y desidia administrativa, genera el escenario de una pesadilla social.
Miguel Barbosa no puede acusar a la Derecha de una guerra sucia cuando ha decidido hacerlos parte de su gobierno y pactar con ellos las futuras candidaturas y políticas económicas. Barbosa es más un aliado de Claudio X. González, Ricardo Salinas y la mafia del PRIANRD, que un político consciente del proyecto social con el que MORENA alcanzó la presidencia de la república. El ejecutivo estatal cada día se aleja más de AMLO e incorpora colaboradores de la tendencia golpista contra la república mexicana. Sus críticas a la Reacción son ridículas porque ha llenado de reaccionarios a Departamentos enteros de la administración pública, se confronta con el fantasma del morenovallismo pero con algunas de las facciones supervivientes aspira a controlar el estado. Y todavía se pregunta ¿Por qué las cosas le salen mal? Habría que preguntarle al gobernador ¿Por qué quiere perjudicar a la presidencia de la república? ¿Le están cantando los querubines-halcones que él puede sustituir a AMLO? ¿Ya le dijeron los whitexicans que se parece a Benito Juárez? Ojalá que aprenda de los ejemplos de Mario Marín y Moreno Valle. Siempre son los mismos.
Puebla será de las entidades más afectadas por el COVID-19 en todos los aspectos, de ese tamaño será su contribución a la crisis nacional. La responsabilidad no es de la Federación, la culpa es de Miguel Barbosa por desviarse del proyecto de la 4T y confrontar al presidente de la república. El gobierno estatal no puede ocultar que ha pactado con los “whitexicans”, esa amalgama de fundamentalismos religiosos, radicalismos de género, anarquismos empresariales y separatistas oligárquicos.
La falta de apoyo en Puebla a las medidas de la Federación son un equívoco. Es una vileza no sumarse al enorme trabajo que exige la reconstrucción económica del estado y el país, sólo porque el desapego a la 4T permite una consideración que aquellos que “históricamente” han traicionado a México. La polarización política de los últimos años en la entidad no ha permitido que la educación, industria, justicia, transporte, salud y empleo, funcionen en los niveles mínimos. Frente al COVID-19 Puebla está en una situación alarmante. Ni siquiera los emigrantes poblanos en EU, que son los de los grupos más afectados, han recibido una condescendencia por parte del gobierno. Mientras aquí la política destruye todo, ellos sostienen a la economía sin quejarse. La administración pública estatal está ocupada en las campañas negras, el autosabotaje, la corrupción y la supervivencia a cualquier costo.
Esta emergencia requiere muchísimo trabajo, consensos y colaboración con la sociedad. Si México se hunde, ningún golpe de estado va a salvar a Puebla. Nuestra entidad requiere gobernanza, políticas públicas, trabajo social, distribución de la riqueza y atención de salud. Los decretos autoritarios equivalen a demostrar la desorganización voluntaria que priva en el gobierno estatal. Miguel Barbosa ha caído en la cerrazón fascista y parece adelantar el “Año de Hidalgo” que muchos oportunistas de la burocracia anhelan para ser parte de la corrupta oligarquía.
La humanidad tiene una prueba hobbesiana enfrente que ha sido tratada con mucha irresponsabilidad en Puebla, la administración pública estatal no está funcionando y es deshonesto sumarse a los separatistas y golpistas. Ningún gobierno de derecha podrá sostener al país si la república cae, ningún gobierno quedará en pie si los cárteles deciden tomar el control de las cosas frente a la carestía anárquica que ha aparecido en varios lugares desde la narcoguerra. México está más que unido a la política económica de Estados Unidos, Puebla no está fuera de México. No es el momento para que los whitexicans formen su país “María Auxiliadora”, la crisis humanitaria que se aproxima en América –el continente– obliga a la unidad republicana, a entender la geopolítica nacional. Ojalá que el tiempo no nos alcance más.