Hace algunos meses, la Revista Albores de la UAQ (2018 N.3), publicó un artículo colectivo sobre la geopolítica norteamericana en la época de la Guerra Fría. Semanas más tarde, el intelectual polaco Maciek Wisniewski (La Jornada, 9/8/2019), expresaba su sorpresa de que la ultra derecha latinoamericana tomara apuntes de un proyecto antiguo y local como, a principios del siglo XX, se lo planteaba Josef Pilsudski. El análisis histórico de las estrategias occidentales de inteligencia evidencia que quien realmente retomó dicho proyecto anticomunista y lo trasladó en principio a los nazis y luego a los norteamericanos fue la Iglesia Católica . El trípode se enfrentó a la URSS y venció en la Guerra fría, actualmente se sostiene como el triángulo del control occidental en el mundo.
Aun cuando la geopolítica actual considera que las coordenadas del análisis internacional ya no pueden ser las de la posguerra, lo cierto es que los protagonistas de aquel momento son aún los estados centrales en el nuevo orden mundial. Así mismo, la demencia del mito de una Conspiración Judeo Masónica Comunista es la retórica de las derechas latinoamericanas para plantear un antisemitismo sin judíos (Claudio Lomnitz), capaz de desarrollar una maquinaria de muerte, desaparición y exterminio contra quien se oponga a la Santa Alianza: Cristianismo, Nazis y Norteamérica.
Lo acontecido en Venezuela, Chile, Ecuador y Bolivia muestran la fuerza de la teoría y práctica del Intermarium en Hispanoamérica. El integrismo cristiano de los nacionalistas católicos, protestantes y evangélicos se nutre de una rabia anticomunista en extremo violenta y asesina. Aun cuando la izquierda latinoamericana tomó frecuentemente la opción de guerrillas para generar las transformaciones que inspiraban sus utopías, cuando se trata de odio, violencia y autoritarismo, la derecha brinda los ejemplos más contundentes.
El pensamiento cristiano medieval, más que el fascismo, influye en el actuar de las derechas y califica como enemigos universales a quienes postulan ideas progresistas, sociales o nacionalistas. La Iglesia Católica logró la supervivencia del Imperio Romano gracias a la persecución y exterminio de las comunidades renuentes a la religión política. En este sentido, durante dos mil años el eje ha sido el antisemitismo o antijudaísmo; el método de destrucción contra los judíos es empleado contra los enemigos del cristianismo. Adolfo Hitler y sus colaboradores lo implementaron en su momento, posteriormente, Norteamérica lo dirige.
La conducta huelfa de la derecha latinoamericana rememora el expansionismo cesaropapista. Estos postulados de Cruzada o Guerra Santa, han sido empleados por el Imperialismo Norteamericano para dirigir a estos monjes guerreros y crearle un contexto altamente favorable; así, el anticomunismo ha servido para que Hispanoamérica sea el patio trasero del espacio vital Anglosajón y Cristiano
Los eventos más contundentes para América Latina guardan un estrecho vínculo con actividades propias de la Oficina de Inteligencia Norteamericana. Aun cuando la opinión pública y una buena parte de la clase política estadounidense apoyan que Estados Unidos haga lo necesario para enmendar el caos hispano, lo cierto es que, paradójicamente, el desorden en las repúblicas adolescentes es lo más conveniente al imperialismo anglosajón.
La secuencia histórica de las intervenciones extranjeras, golpes de estado, exterminio indígena, de comunidades rurales, estudiantiles y revolucionarias tienen un denominador común: la CIA. La beligerancia y terrorismo de los grupos de derecha son financiadas por Norteamérica y la Santa Sede, los grupos de izquierda revolucionaria, más que comunistas, han sido grupos nacionalistas anti norteamericanos.
Las investigaciones históricas han encontrado la intersección de la Inteligencia Norteamericana para generar los equilibrios de poder que convienen a sus intereses. Gracias a la derecha nacional católica, Latinoamérica es un caos y se encuentra secuestrada por poderes fácticos que constituyen la verdadera cara del fundamentalismo occidental: los Borgias clericales. Los enemigos de la modernidad latinoamericana son los Ayatolas de la fe que no tienen el menor respeto por la vida, el bien común y los grupos sociales marginados. Aun siguen en la tarea de consolidar la Contrarreforma; reconstruir el Imperio Carolingio o el Sacro Imperio Romano.
El conflicto tiene como resultado la generación de Estados Fallidos que están terminando por afectar a Norteamérica. La inestabilidad latinoamericana es igual a una desproporcional emigración, tráfico de drogas y delincuencia organizada. Los Estados Fallidos son naciones zombies que cada vez se aproximan más a Norteamérica. El sur de los Estados Unidos ya puede considerarse hispanizado.
Los geopolíticos norteamericanos han advertido, hace ya mucho tiempo, los riesgos para el Imperio Yanqui de solventar las conductas políticas de la derecha latinoamericana. Pero el gobierno invisible estadounidense insiste en controlar el hemisferio bajo los acuerdos con los grupos clerofascistas de la región. La relación de Estados Unidos con los grupos ultracristianos es semejante a la de Calígula y su caballo. Que con su pan se lo coman.
Frente a un contexto de exclusión, pobreza, discriminación, cacicazgos y orfandad, sólo la emigración, informalidad y narcotráfico representan opciones verdaderas para que la población más pobre, que es la mayoría, encuentre una posibilidad de cambiar sus condiciones. En ambos sentidos, Estados Unidos es el punto de llegada.
Frente al caos latinoamericano gestionado por la derechas, Estados Unidos no podrá hacer frente al tándem de problemas y demandas estructurales e históricas latinas. Más que un reto hispánico, la situación puede convertirse en un reto final.
El golpe de Estado en Bolivia, la represión a los movimientos sociales, las desapariciones forzadas, la inhibición de políticas sociales y la polarización anticomunista nos ubican respecto a que las democracias procedimentales en la región deben llevar las orejas de Mickey Mouse y el crucifijo. Los genios de nuestra ciencia política ni siquiera son capaces de proponer el parlamentarismo como forma mediadora, aduciendo tradiciones culturales. Las izquierdas latinoamericanas son advertidas, en dicho modo, del costo que implica la confrontación con Estados Unidos y las derechas cesaropapistas. La 4T en México tornará un escenario Disneylandia para evitar que los reaccionarios se pongan el disfraz de Rambo, allí queda el caso de Pedro Salmerón y San Eugenio Garza Sada.
América Latina no puede protegerse de Norteamérica, Estados Unidos sólo respeta a los países que poseen armas nucleares; empero, dado el tiempo medieval de nuestro contexto, el Caudillo Bolívar de Gabriel García Márquez seguirá extraviado en su laberinto y sólo encontrará consuelo en el Quijote de la Mancha.