Lo que caracteriza a nuestra especie no es sólo lo que los hombres le hacen a otros hombres, sino cuán incansablemente lo justifican.
LA BANDIDA
Acerca de esta tremenda mujer ("huérfana, guerrillera, prostituta, traficante, asaltante, adicta, bandida, compositora, cantante; piadosa, caritativa, incondicional, fue la meretriz más influyente y poderosa del México posrevolucionario") me dice el Gus: "El congal de lujo de la señora Olmos era el lugar de reunión de políticos (obviamente, ricos), empresarios, actores y bohemios de toda laya, desde el ya exitoso Agustín Lara, a poetas sin un centavo, además de periodistas.
Tengo la fuerte sospecha de que no pocos de los últimos de la lista solían pagar la cuenta y el cachuchazo, en especie; esto es: con poemas y letras de canciones poco apreciadas en su momento por la industria disquera. Me baso en que hay una notoria disonancia en las respectivas letras de ´El siete leguas´ y ´La enramada´.
En la primera canción (un corrido) se advierten claramente ripios muy forzados y pobreza de vocabulario y, en cambio, en la segunda (un bolero) es notorio el fino ritmo poético, la consonancia en agudos perfectamente lograda y bellos giros literarios.
Es extremadamente raro que un autor sea de tal manera irregular, tan dispar en su producción. Una pluma que es capaz de generar una bellísima canción como ´La enramada´, difícilmente –ni en la peor cruda– puede perpetrar esa chabacanada que es ´El siete leguas´, creo yo, y como dice un clásico: con todo respeto".
Alejandro Rosas difiere: "En una ocasión, la Bandida –quien no cantaba mal las rancheras y además era compositora– le dedicó el corrido ´Siete leguas´ de su autoría, al otrora secretario de Educación Pública. Al terminar su interpretación, Vasconcelos le dijo: ´¡Mira, Bandida, tú has hecho más por México con el ´Siete Leguas´, que Lázaro Cárdenas con la expropiación petrolera!".
PORROS
A propósito de los eventos violentos ocurridos en CU, es obligada la alusión a la matanza del Jueves de Corpus, el 10 de junio de 1971. Éste es el testimonio de un amigo, testigo presencial que por un milagro no perdió la vida en ese zafarrancho. "Sí se sabe perfectamente quién financiaba a los Halcones.
Hay ya muchas evidencias de que era un grupo de choque y paramilitar pagado en la nómina del gobierno del DF, entrenado por el general Martínez Escobar y bajo las órdenes últimas de Gutiérrez Barrios, en ese tiempo subsecretario de Gobernación. Ya se sabe también que Gutiérrez Barrios dio por radio la orden de que los halcones atacaran por San Cosme la manifestación del 10 de Junio con elementos armados, después de que un primer grupo de ellos había sido repelido con sus varas de bambú en avenida de los Maestros y Amado Nervo, por estudiantes del CCH Azcapotzalco y la Preparatoria Popular de Tacuba.
Uno de los primeros caídos fue Francisco Treviño, precisamente de la PPT, y no fueron varios en general, sino varias decenas incluyendo los que fueron rematados en el hospital Rubén Leñero ya casi al anochecer de esa tarde.
Como anécdota personal debo contar que en el muro de la azotea de una casa de huéspedes ya desaparecida quedaron un tiempo las huellas de tres balazos de alto calibre que silbaron sobre mi cabeza cuando estaba ayudando a compañeros a subir para salvarse de la agresión.
La imagen del halcón que me disparó quedó en una foto cuando después de disparar con una rodilla en el piso en la entrada de la Normal, se levanta y da la vuelta, es cuando nos ve y dispara. ¿Por qué no me mató, a mí o a alguno de los otros que estábamos ahí? Cierto que en un instante me agaché y eso pudo salvarme, pero insisto, éramos un blanco perfecto. Son los misterios del destino.
Yo no equipararía el tema de los Halcones con el de los porros, son cosas distintas y con consecuencias diferentes. Acerca del por qué se ordenó esa matanza, dejaré para otro día mi versión".