Puebla ha sido una de las entidades más lastimadas por la corrupción gubernamental en los últimos años. Aún cuando se han dado a conocer los problemas en la administración estatal y municipal, los últimos periodos han potenciado el patrimonialismo a niveles extraordinarios. El daño al bien común de los poblanos se extenderá por varias generaciones y, cada día, parece irreparable. Las patologías sociales en Puebla están alcanzando niveles históricos. Como un virus se van a extender por todos lados y nadie puede decirse invulnerable. La equivalencia con Veracruz, Michoacán y Guerrero es cosa del pasado, la oligarquía local quiere -en estos indicadores criminalísticos- aproximarse a Tamaulipas, Sinaloa o Chihuahua.
La entidad poblana se colocó en el nivel de los peores gobiernos conforme los indicadores sociales, políticos y económicos de diversas instituciones de estudio. La alternacia política fue una regresión autoritaria al modelo caciquil que secuestra la administración pública para beneficio personal. El debate que señalaba en el sexenio panista severos cuestionamientos a la deuda pública, transparencia, concesiones y programas de gobierno, no deja lugar a dudas cuando se observa el comportamiento del poder legislativo local. La aprobación de cuentas publicas en diversas entidades, sobre todo municipales, institucionalizó la discrecionalidad y autoritarismo como forma de vida en nuestro estado.
El caso más vergonzoso fue el de los municipios. Expresidentes que habían cometido verdaderos saqueos de sus comunidades y a los que el Órgano de Fiscalización -ahora Auditoria Superior del Estado- indagó mediante sendos expedientes técnicos que señalaban su responsabilidad administrativa, fueron absueltos por decreto. De la noche a la mañana -literalmente- sus cuentas públicas se aprobaron, las "municipaladas" se obviaron. Personajes que se encontraban sustraídos a procesos de comprobación y rendición de cuentas, fueron llamados a formar candidaturas por todos los partidos políticos siempre y cuando apoyaran al neoavilacamachismo; inclusive la vía independiente recibió la invitación para fragmentar el voto y evitar una coalición opositora que pusiera en riesgo la candidatura oficial al gobierno del estado.
La ruta del fraude electoral es paralela a la ruta del fraude administrativo. Caciques, empresarios, partidos políticos, clérigos, independientes, académicos y otras entidades sujetas de responsabilidad pública, fueron camelados con la mefistofélica máxima "divide y vencerás". También el Movimiento de Regeneración Nacional fue y está siendo infiltrado con esta estrategia que terminará por empoderar el morenovallismo. El neoavilacamachismo se replicó holograficamente en los 217 municipios y demás entidades sujetas de rendición de cuentas, a una potencia elevadísima.
Los Organismos Fiscalizadores y Auditorias Estatales son instituciones destinadas al fracaso mientras no exista una división de poderes y los legisladores locales aprueben a ciegas las cuentas públicas sin mediar un poco la conciencia del daño que provocan a la sociedad. ¿Cuál es el sentido del esfuerzo técnico y la auditoria constante? ¿Qué modelo, entonces, de transparencia y rendición de cuentas?
El municipio es una reserva de civismo y democracia. En Puebla han recibido el más grande daño patrimonial de su historia. Igual los organismos públicos y descentralizados. Los legisladores locales salientes serán responsables del abandono y descomposición del tejido social. La falta de obra pública, la correcta distribución del ingreso, el engaño de los programas sociales y el patrimonialismo, van a disparar el conflicto.