Juan Miguel de Mora en una ocasión dijo que corral es el lugar dónde viven los animales, “es ese su apellido o donde vive”.
Frase apropiada para un tipo hábil para el engaño y diestro en la traición, cuya llegada al gobierno de Chihuahua es de dudosa legalidad.
Su gran promesa de campaña de meter a la cárcel al ex gobernador Duarte permanece incumplida, aunque se rumora que se alió con priistas para realizar su venganza.
Ahora que se lanza contra un hecho de corrupción importante que acorrala al gobierno y al PRI, encuentra que terminó haber sido tratado con cortesía.
Se queja de retención presupuestal y el PRI responde que es falso, que se le dieron ampliaciones presupuestales en 2017 y que el dinero retenido es porque dio mal un número de cuenta (de risa ambos).
El congreso le pide cuentas sobre la inseguridad, ya que en su primer año de gobierno, mientras el jugaba golf y tenis la sangre ahogó al Estado y entre los asesinados está una de las periodistas destacadas, caso ante el que Corral patina con versiones contradictorias que se corrigen de inmediato. Pero guarda silencio ante la acusación de que panistas fueron parte de la operación para asesinarla.
Voceros de la corriente más priista del PRD (los chuchos) lo atacan de estar motivado por una amplia ambición, lo que no es nada nuevo.
Ahora se metió en un juego de mayor envergadura, si le sale bien tendremos la desgracia de sufrirlo en el futuro, si le sale mal, su gubernatura estará a punto de terminar y lo tendremos visitando las canchas de juego con más frecuencia.