Diario de un reportero
Trabajar cansa, como advirtió Cesare Pavese. Y el trabajo cansa más si consiste en buscar y leer lo que proponen los partidos políticos a los mexicanos, porque lo poco que uno encuentra está contaminado por las palabras de siempre. Cualquier lector que haga la prueba comprenderá lo que digo...
Pero no hace falta someterse a los discursos ni a los documentos básicos, como tampoco sería necesario sufrir los cincuenta y tres millones de anuncios que pronto van a inundar al país con más de lo mismo con el permiso de las autoridades electorales y el dinero de los mexicanos. Todo está muy claro.
Hay que aceptar que los partidos políticos de México dejaron de ser cosa de interés público, aunque la ley siga considerando que lo son. Las ideologías que antes permitieron distinguir entre una cosa y otra han desaparecido, y lo que queda son marcas más o menos comerciales cuya existencia se paga con fondos públicos.
Las diferencias entre los partidos son asunto de siglas y de personajes intercambiables que anochecen de un lado y amanecen de otro sin rubor y sin que nadie lo impida. Izquierda y derecha dejaron de tener significado político. Lo que importa es el poder.
El poder, poco o mucho, está repartido oficialmente entre ocho partidos con presencia en casi todo el país y una veintena de agrupaciones políticas locales. Y uno, es decir el voto de uno o de otro, les dará poder casi absoluto a un presidente, a ciento veintiocho senadores y a quinientos – quinientos – diputados federales. En Veracruz – por poner un caso – habrá que elegir además otro gobernador y otros cincuenta diputados locales.
Sobre todo, habrá que elegir bien. Ver bien qué ofrece quién y escuchar bien quién dice qué y cómo y dónde. Y someterse a una difícil dieta de redes sociales: verlas, pero no tragarse lo que otros dicen...
Durante las próximas semanas, en los meses que vienen, visitaremos las propuestas – ciertas o inventadas – y las declaraciones de los candidatos a presidente de la República y a gobernador de Veracruz, en un ejercicio que a todos nos conviene, aunque a muchos nos canse. Ahí nos vemos.
Contar sin pedir permiso
Tarde, pero con el mismo gusto, festejo los cuarenta y tres años de Notiver, porque es cosa de celebrar que haya medios dispuestos a contar cómo ha sido cada día (de los quince mil setecientos y algo que han pasado en Veracruz desde aquel jueves lejano) sin pedir permiso.
Aquí está nevando otra vez. Caen pocos copos, casi con miedo, pero al rato caerán más. Oigo que en Veracruz Puerto hace frío. Les mando a los colegas de Notiver, donde quiera que estén, un abrazo caluroso. A ver si sirve... Salud y saludos.