Santa Claus me pide comunicar a los niños que este año se pueden portar como les de su gana, porque de todos modos no va a haber dinero para regalos de nadie.
DESINFORMACIÓN
Me dice un queridolector respecto de mi comentario sobre este tema: “No tengo por qué defender a Goebbels ni a Hitler, pero creo que es posible que lo que dijo Goebbels esté fuera de contexto, o sea, que Goebbels se refería a lo que estaban haciendo Gran Bretaña y EUA en materia de desinformación. No se refería al propio programa Nazi, cuando dijo las palabras citadas.” Mmmm, sí, en efecto es muy posible (confieso que no presté atención al contexto porque no me pareció demasiado relevante). Y por supuesto es cierto que en materia de desinformación, tanto Inglaterra como su cachorro EUA han sido siempre maestros consumados, de igual o mayor nivel que Goebbels (por algo Gran Bretaña se ganó a pulso, en 1793, el apodo de “La Pérfida Albión”). En fin, quizá debo generalizar y decir que la teoría de la desinformación (la practique quien la practique) recomienda que se engañe al enemigo cuanto se pueda, como se pueda. Por algo el viejo adagio afirma que la primera víctima de toda guerra es la verdad. Dice en su capítulo 1 el inmortal libro de 25 siglos de antigüedad, “El Arte de la Guerra”, de Sun Tzu: “El arte de la guerra se basa en el engaño. Por lo tanto, cuando eres capaz de atacar, has de aparentar incapacidad; cuando las tropas se mueven, aparentar inactividad. Si estás cerca del enemigo, has de hacerle creer que estás lejos; si estás lejos, aparentar que se está cerca.” El principio fundamental del tratado es que “toda guerra es un engaño.” ¿Y en qué consiste esencialmente engañar? En mentir de forma convincente. Lo cual prueba que toda guerra es esencialmente una actividad inmoral, pues “exige” comportarse inmoralmente.
LA VÍA INFALIBLE
“Mi mujer me llevó al altar por la panza.” “¿Cocina sabroso?” “No, salió embarazada.”
CRIPTOMEDAS
Hay más de 3,000 diferentes clases de criptomonedas en circulación, unas pocas más o menos serias y la mayoría claras tretas oportunistas apantallatarugos. ¿Pero qué es una criptomoneda legalmente, formalmente, institucionalmente? ¿Una mercancía etérea, una materia prima, un medio de pago, un servicio, un soporte electrónico de poder adquisitivo, un cápsula portátil de libertad, una unidad de dinero verdadero o una expresión más de la nebulosa dimensión fíat, otra forma de crédito o una auténtica transferencia de valor, un soplo de ilusión o una reservita de privacidad, una inversión azarosa o una póliza de seguro, una rebanada del tesoro cósmico, una novedosa encarnación del capital, un estuche de presente o un portal al futuro, otro avatar creativo de instrumento derivado, un salto cuántico hacia delante o una pirueta suicida en reversa? Todo mundo opina al respecto, pero no se llega a una definición compartida, exacta. Los actores económicos (compradores, vendedores, distribuidores, almacenadores, valuadores), los bancos centrales, los nidos de buit… digo, la agencias recaudadoras de impuestos, todo mundo quiere llevar agua a su molino. No se ponen de acuerdo hoy y quizá nunca lo hagan. Pero lo importante para ellos parece no ser definirlas, sino usarlas en su beneficio. Pragmatismo amoral, pues.
MORDIDAS DISFRAZADAS
¿Medio millón de dólares por una conferencia de hora y media? Casi $6,000 dólares ($100,000 pesitos mexicanos) por minuto. Nada mal. Eso le pagó a Bill Clinton “Renaissance Capital”, una firma financiera rusa, el 29 de junio de 2010 (cuando su esposa Hilaria era secretaria de Estado) para que les dirigiera unas palabras a sus empleados en su asamblea anual en Moscú. ¿Pues qué cosas tan geniales dijo míster Clinton, que un país ciertamente sin fama de pródigo le pagó $9 millones de pesos por un pedacito de su sabiduría? Hay universidades en México que les pagan a sus profesores con doctorado $200 pesos la hora. Mejor que se muden a Moscú (o se consigan un cónyuge con altísimas influencias geopolíticas).