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Sarcasmos

El verdadero terror es levantarte una mañana y descubrir que algunos de tus compañeros de primaria están gobernando el país.

CATALUÑA

Encontré este video de un catalán independista (tan ingenuo como sus opositores “unionistas”). En fin, parece que ambos, independistas y unionistas, están dispuestos a matarse entre sí por un asunto que creen que es solamente suyo, pero que los rebasa; ambos creen tener la “razón” de su lado, pero no son ni serán más que carne de cañón para intereses ajenos, secretos, oscuros. Es trágico: sangres locales dispuestas a derramarse en aras de intereses globales, pasiones nacionales como corderos de sacrificio en altares trasnacionales. La historia de siempre. http://bit.ly/2yO1Lri. “ALEA JACTA EST: Esta es la semana decisiva para el destino de los individuos que habitamos en el territorio de Cataluña. ¿Sabes por qué siempre ganan los malos? Porque los malos tienen acceso a financiación ilimitada mientras que los buenos tenemos que pedir perdón por existir. Está en tu mano que las cosas sean como tienen que ser”.

EXHUMANDO A KENNEDY

Supuestamente, mañana Trump permitiría la publicación laaaaargamente pospuesta (54 años) de 3,000 documentos hasta hoy ocultos (“clasificados”) sobre el asesinato de Kennedy. Aunque la gran mayoría de los involucrados en aquel evento ya están muertos, hay individuos y organizaciones muy poderosos, que tiemblan de miedo sobre lo que puedan revelar esos documentos. El jaloneo en Washington está a todo vapor. Leo este artículo muy oportuno: Weaponized Psychiatry: The Assault on Dissidents as “Conspiracy Theorists”, por Kevin Barret (Veterans Today Editor): http://bit.ly/2gEqAO9.

EL ASALTO A DISIDENTES COMO “TEÓRICOS DE LA CONSPIRACIÓN”

“PREGUNTA: ¿qué clase de gente cree en teorías de la conspiración? RESPUESTA CORTA: gente que las ha investigado y las ha verificado. Pero eso es demasiado simple, demasiado exacto y demasiado subversivo. Ningún psicólogo podría desalentar el financiamiento de una investigación con base en una hipótesis como ésa, plena de sentido común. En vez de ellos, nuestros dólares de impuestos se dedican a pagar un interminable desfile de estudios destinados a ‘probar’ que los ‘teóricos de la conspiración’ padecen una o varias peculiaridades mentales’. Como la politizada psiquiatría de los gulags soviéticos, los acelerados intentos de nuestra industria de la salud mental por demonizar disidentes mediante el uso de burradas dizque ‘científicas’ es un episodio vergonzoso que será algún día universalmente vilipendiado y lamentado. El empleo bélico del término ‘teórico de la conspiración’ fue impuesto masivamente por la CIA como parte de sus esfuerzos por sofocar las averiguaciones sobre el asesinato de Kennedy. El documento 1035-960 de la CIA les ordenaba a sus miles de entidades y personajes mediáticos lanzar ataques ad hominem contra los investigadores independientes, en vez de entrar a debatir con ellos los hechos. Pero eso fue hace muchos años. ¿Hay todavía quienes tengan que vigilar el cumplimiento de esas órdenes, a fin de que los psicólogos continúen patologizando a los disidentes colgándoles el término inventado por la CIA de ‘teóricos de la conspiración’? Probablemente ya no es necesario. Todos en el mundo académico saben que el camino a las becas y los subsidios jugosos para proyectos de investigación pasa por los ataques a los ‘teóricos de la conspiración’, mientras que los proyectos de investigación que pretendan validar opiniones críticas acerca de asuntos ultra sensibles dará fin a tu carrera. Casi todos los pensadores críticos conceden algún crédito a muchas de las ideas que la CIA y los psicólogos de carrera demonizan por sistema como ‘teorías de la conspiración’. Durante mis 20 años como profesor universitario en San Francisco, París y Wisconsin, nunca me encontré con un solo colega que creyera en la fábula de la Comisión Warren de que Lee Harvey Oswald actuó solo. De las muchas docenas de colegas con quienes discutí el tema, todos ellos estuvieron de acuerdo en que muy probablemente Kennedy fue asesinado en un golpe de estado. Su grado de certeza en ello estaba en relación directa al tiempo que le habían dedicado a la investigación (más tiempo, más certeza)”.

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