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¿Ha encontrado la derecha mexicana su General Glorioso?

Luis Ernesto Derbez convocó, hace pocos meses, a una Alianza Cívica Patriótica que encabezará la alianza pragmática polipartidista PRIANRD para confrontar a MORENA. En estos días, Ricardo Anaya y Alejandra Barrales han dado paso al Frente Amplio Opositor que invitará a varias tendencias, corrientes y camarillas políticas y que, muy probablemente, tendrá como uno de los aspirantes más fuertes a Rafael Moreno Valle. El parangón histórico de esta situación con la dictadura de Miguel Primo de Rivera es irresistible. Hasta en el nombre existe poca originalidad, el partido único del dictador se llamaba Unidad Patriótica. A pocos panistas les agrada el que Soledad Loaeza les indique que su partido se desarrolla a partir de proyectos modernizadores hispanistas autoritarios; pero, es que, –los panistas- no saben hacer otra cosa. La dictadura de Miguel Primo de Rivera se disfrazó de modernizadora, colectivista, desarrollista y social. Empero, la realidad fue que concentró a las oligarquías y facciones caciquiles de siempre. Al final, la decadencia española no se resolvió y lo inminente vino a ser la 2ª República que, nuevamente, traicionaría el fascismo español vigente.

Un proyecto primorriverista no funcionaría en México porque el contexto internacional es diferente. España no tenía un vecino que estuviera al borde de la invasión militar, su enemigo era interno. México tiene enemigos internos y la situación con su principal vecino cada vez es más grave. México necesita una democracia, no una casta señorial que sólo saben distribuir prebendas entre sus amigos y socios. La nueva situación geopolítica entre México y los Estados Unidos, exige que en nuestro país se genere la gobernabilidad inmediata y la solución de varios problemas. Los mexicanos debemos entender que es necesario poner orden y paz, y hay que reclamar con todas las fuerzas a los gobiernos, incluso participar en la consecución de ello. O México cambia, o veremos una transformación inédita en la política exterior norteamericana hacia nosotros. Los mensajes y propuestas de Donald Trump deben ser evaluados con seriedad y no sólo como los divertimentos de un loco.

La clase política mexicana, precisamente ubicada en el PRIANRD, no puede seguir constituyéndose como un gobierno al servicio del mal. Sólo saben corromper y se corrompen absolutamente. Ahí está el conflicto actual de las generaciones mirreyes para sopesar el nivel que tiene su liderazgo. El Estado Fallido en México no sólo ha transformado en distópica nuestra realidad, el pesimismo y la decepción se hacen permanentes.

México necesita líderes honestos y nacionalistas, y de esos no hay en el PRIANRD. Ellos obedecen a la Santa Sede, España y Estados Unidos. México necesita un gobierno que le proporcione empleo y educación a la gente. Los señoritos criollos quieren el dinero del erario para sus empresas y franquicias. Ellos sólo saben distribuir miseria para que la gente emigre a Estados Unidos y así seguir expoliando a sus expensas. México necesita una Nueva República, que se inaugure el Estado Mexicano y se rescate el país.

La Alianza Cívica Patriótica o Frente Amplio Opositor es lo mismo de siempre. Lo que Manuel Camacho Solís llamó Feudos del Sistema Político Mexicano. A ellos se debe que el Estado en nuestro país sea un Estado Suplantado y que sólo funcione mediante la Ineficacia Planeada (Samuel Schmidt). Frente a las actuales circunstancias nuestro país necesita el proyecto de una Nueva República.

Carlos Ramírez señaló, hace pocos días, que no existe una propuesta sociológica que funcione como alternativa real al futuro de México. Sin embargo, es necesario señalar que personajes como Manuel Camacho Solís, por lo menos, tenían una idea fundamental acerca de lo que se debe hacer. La obra ensayística del extinto personaje puede considerarse como el mejor análisis del sistema político mexicano que plantea el agotamiento del empirismo político que ha predominado entre la clase gobernante del país. Claramente explica lo que urge hacer:

1. Consolidar el Estado. Con el objeto de constituir un mayor poder político que permita orientar conscientemente ese desarrollo social de México en beneficio de la nación y de las mayorías. Para lograrlo, es necesaria una cohesión interna muy superior a la que posee la clase gobernante.

2. Un grupo dirigente con fuerte cohesión interna. Camacho destaca la necesidad de formar un grupo compacto, organizado, eficaz en cuanto a claridad y capacidad de dirección. Si un equipo de esta naturaleza llegara a ocupar los centros neurálgicos del poder económico y político del Estado, habría la cohesión necesaria para dirigir las acciones políticas de acuerdo a una línea fundamental.

3. Aprovechar las condiciones cambiantes del Estado. Para Camacho, el Estado se transforma aceleradamente y ya no es posible adoptar las medidas proteccionistas del populismo. Este ritmo de cambios aunado a la inmovilidad política del Estado permiten concluir que sí existen condiciones que puedan llevar a la formación de un grupo compacto capaz de cohesionar las acciones políticas del Estado de acuerdo a una línea política fundamental.

4. Combatir los Feudos. Es necesario acabar con la hegemonía de los feudos porque impiden superar el empirismo prevaleciente en la conducción del Estado. La lógica camachista es muy sencilla: hay que aliarse a unos feudos para restarle el poder político y económico a otros, ya que si no se negocia con algunos feudos se unirán éstos en su contra y ejercerán su hegemonía.

5. El método sorpresa. En opinión de Manuel Camacho era de máxima seguridad que el grupo compacto rompiera la mecánica de colaboración que había en la Familia Revolucionaria, pero ello no se lograría enfrentándose directamente con todo el conjunto de grupos sino generando coyunturas que permitieran la obtención de aliados inmediatos y rupturas profundas.

Mony de Swaan y Juan Molinar Horcasitas abordaban el tema de la transición democrática mediante la discusión del índice de concentración del poder como un fenómeno que distinguía al Partido Hegemónico. Es decir, en tanto el presidente era el operador del partido oficial, controlaba gobernadores, legisladores, y alcaldes, las alternancias generarían los gobiernos divididos y yuxtapuestos para generar contrapesos al Ejecutivo y al Partido Oficial. Lo que sucedió es que los priistas se volcaron a todos los partidos políticos y no hubo gobiernos divididos o yuxtapuestos. Lo que se generó fueron gobiernos priistas de todos los partidos políticos. No se combate la concentración del poder del Partido Oficial o Familia Revolucionaria, si todos los candidatos son priistas, si se enfrentan PRI contra PRI. El texto de Molinar coadyuva a entender como fue disminuyendo la centralidad del presidente conforme el Partido Hegemónico perdía elecciones. Sin embargo, no toma en cuenta que muchos de esos candidatos eran expriistas y que, tarde o temprano, no iban a jugar con las reglas democráticas. El transfuguismo político ha generado que el priismo se extienda a los otros institutos y, en consecuencia, la transición no ha terminado. La unidad de la Familia Revolucionaria no ha sido lastimada, de hecho ha colonizado a los otros partidos políticos. Ahora mismo nos gobiernan priistas de todos los partidos políticos. Los partidos ganan elecciones con candidatos expriistas y, tarde o temprano, estos personajes actuarían con las reglas que los posicionaron: faccionalismo y cacicazgo.

La consolidación democrática inicia en el 2000. Para estos años debiéramos estar hablando de que la sociedad se habituó al único juego de poder. Ha sucedido lo contrario. De entonces para acá, hemos visto la desinstitucionalización democrática, el feuderalismo y un conjunto de involuciones que cada vez más hacen dudar que el Sistema de Partido Hegemónico haya desaparecido.

El sistema político ha sido mezquino, los partidos políticos y las oligarquías que los controlan, no han querido impulsar esos cambios que ahora resultan necesarios para regular la presión social que se viene encima.

Pasamos de un sistema de Partido Hegemónico a una Hegemonía del sistema de partidos y, por ello, la sociedad no ha podido influir en la democracia como quisiera. Probablemente a esto se debe el descrédito del sistema electoral que con tanto esfuerzo se construyó. La permanencia del antiguo régimen ha propiciado, entre otras cosas, que las facciones, mafias y organizaciones criminales que formaron parte de la llamada "familia revolucionaria" cobraran autonomía y multiplicaran su poder. Más allá de la lucha política entre estas facciones, las evidencias indican que la Familia Revolucionaria trata de convertir a México en un narcoestado, o en un Estado mafioso, debido al complicado tejido entre el crimen organizado y los aparatos del poder.

La situación de la realidad sociopolítica de México se ha impuesto a la incapacidad gubernamental, de ahí que el Estado pueda observarse como Fallido o Imperfecto. Frente a esto, pareciera que los partidos no se dan cuenta de que el tiempo avanza y la ingobernabilidad también. Los poderes fácticos ocupan mayor territorio y poder en la nación.

Es tiempo de replantearse la ruta de la democratización mexicana, la Unidad Patriótica que pretende conformar el Frente Opositor sólo representa la Fuerza de la Maldad que tienen las élites priistas distribuidas por todos los institutos políticos. A Manuel Camacho Solís y a los militares verdaderos hay que estudiarlos seriamente.

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