Fracaso aceptado
Se ha indicado en muchas partes sobre el ascenso de la criminalidad en el país. Se reportan múltiples casos de gente que se ha quejado con las autoridades sin que suceda nada, en parte por la colusión entre agentes del orden, jueces, funcionarios y políticos con el crimen organizado.
Los criminales cobran derecho de piso, venden protección, secuestran gente, extorsionan con toda libertad. Con datos del INEGI se calcula que hay más de 6 millones de extorsiones telefónicas anualmente. Y sin embargo, ni las autoridades de telecomunicaciones ni las policiacas hacen lo necesario para proteger a una sociedad cada día más inerme.
Según el INEGI en el país se cometen más de 29 millones de delitos al año, las cárceles están controladas por los criminales y la economía del crimen tiene tal dimensión que alcanza para comprar conciencias proclives a la corrupción.
Es evidente que la estrategia Calderón-Peña para la lucha contra las drogas y el crimen es un rotundo fracaso. Esto lo saben muy bien las decenas de millones de víctimas, muchos son victimizados en más de una ocasión. Se puede afirmar que no existe familia mexicana que no cuente en su interior con una víctima. Y la estrategia fracaso por la corrupción y porque la militarización del país y las policías ha sido un paso en falso.
El problema sin embargo, no consiste en que Peña Nieto acepte que ha vuelto la criminalidad, sino en que no explique y acepte el fracaso de su gobierno.
Urge cambiar de gobierno, facilitar que entre una mentalidad con voluntad para limpiar los establos inmundos de la política nacional y que la honestidad se muestre desde arriba para que sea modelo de conducta. Basta de discursos huecos.