En los hechos y con promesas de campaña anunciadas y cumplidas en sus primeros diez días, el presidente Donald Trump definió ya lo que debe conocerse como la doctrina Trump: Estados Unidos para los Estados Unidos, un paso atrás al dominio imperial internacional de la doctrina Monroe-Wilson.
La lectura de las propuestas de gobierno de Trump anuncia el final histórico del imperio estadunidense, cerrando el ciclo de la guerra fría EE.UU.-Unión Soviética. El estrechamiento del dominio estadunidense implica en la realidad geopolítica el desmantelamiento del imperio capitalista del dólar, así como el desmoronamiento del Muro de Berlín en 1989 inició el fin histórico del imperio comunista soviético.
El “primero los estadunidenses” como eje del gobierno de Trump terminará la tarea que por desidia inició el gobierno de Barack Obama: retrotraer a los EE.UU. a sus propias fronteras. De todos los analistas, Rich Lowry, del New York Post, lo entendió en su artículo del jueves de la semana pasada: con Trump regresó el Estado-nación y el fin del imperio transnacional.
Con la definición de Trump de gobernar sólo para los estadunidenses, el mundo enfrenta ahora la necesidad de vivir sin la tutela imperial de la Casa Blanca. Sólo que la interdependencia económica y comercial con el dólar y el papel militar de los EE.UU. como policía del mundo --por encima y a veces aplastando a los organismos internacionales como la ONU-- dejan al mundo en el desamparo ante el avance de otros imperios: el de Putin en Rusia, el de China y el activismo internacional musulmán radical.
A pesar de sus discursos pacifistas, Obama no quiso cumplir su compromiso histórico de transitar a los EE.UU. a un nuevo orden mundial en el que la Casa Blanca jugara un papel estabilizador, no dominante, negociador con los países más poderosos del mundo. La desaparición del imperio estadunidense la está conduciendo Trump de manera atrabancada pero inexorable: los EE.UU. no tendrán ni intereses ni responsabilidades que los obliguen a dominar políticamente el mundo, ya no serán el faro del mundo.
El hecho de que el secretario de Estado de Trump, Rex Tillarson, sea un expresidente de la petrolera Mobil y carezca de enfoques geopolíticos, militares y de seguridad nacional estaría indicando en un principio que la siguiente fase de dominación estadunidense será la empresarial. Por el lado militar y de seguridad, los nominados responden a enfoques de proteccionismo antiterrorista como resistencia y carecen de enfoques de seguridad nacional. El consejero de seguridad nacional, Michael Flynn, es un militar anti-islamista.
La doctrina Trump sucesora de la doctrina Monroe acaba de romper con el papel estabilizador mundial de los EE.UU. y se asume como un Estado-nación más. En materia de seguridad, Trump saca a los EE.UU. del equilibrio dominante de la guerra fría. Lo que falta por ver es la forma en que el dólar completa el ciclo de desmantelamiento imperial de la Casa Blanca, sobre todo porque es la moneda dominante en el mundo.
La lógica imperial de los EE.UU. se basaba en el dominio militar, completado con la dominación del dólar no sólo como moneda de uso corriente sino como instrumento de imposición de políticas económicas capitalistas vía el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y la Organización Mundial de Comercio. Al definir Trump a los EE.UU. como aislacionista, el mundo entra en una fase de juego de nacionalismos.
La estatua de la libertad pasa a ser un mito genial.
Política para dummies: La política es la sensibilidad para reconocer el momento en que todo se ha terminado.
Sólo para sus ojos:
Una encuesta nacional acaba de sorprender: mayoría de apoyo estadunidense al decreto ejecutivo para impedir el ingreso de nacionales de países dominados por musulmanes radicales. Los críticos de esa medida no han entendido el chip antiterrorista que puso Bush Jr. después del 9/11 y el espionaje masivo ordenado por Obama.
El Estado de México aún no se resuelve: si la excandidata presidencial Josefina Vázquez Mota no acepta, el PRI gana; y si asume la nominación, tampoco existen condiciones para vencer por las fracturas dentro del PAN. El votante mexiquense sigue siendo mayoritariamente priísta, por culpa de una oposición que no hace trabajo de campo y que opera sólo en medios.
La gran pregunta es sencilla: ¿si se puede manipular el segundo gasolinazo por razones políticas, entonces quién dijo que el primero no se podía hacer y metió al país en la zona de protestas?