Desde las disciplinas antropológicas, iniciadas formalmente hace casi un par de siglos, se han acuñado conceptos que ahora resultan del dominio popular. ¿Le suena la palabra parentesco que es confundida con familia, el adjetivo étnico que es usado para lo que sea que sea medio raro o la de más moda en la actualidad de hoy, “redes sociales”? Léase el trabajo del doctor Carlos Reynoso seguramente le interesará (http://www.uba.ar/encrucijadas/50/sumario/enc50-redessociales.php).
Durante la primera década de este siglo hicieron su aparición en el mundo electrónico las dichosas redes sociales. En menos de veinte años se popularizó su uso, acompañado de la facilidad para casi todos de adquirir un aparato portátil y haberse creado la necesidad de estar en comunicación directa y permanente con un minúsculo pedazo de humanidad. Hasta el 2015, se calculaba que en los 30 sistemas de intercomunicación basados en el principio teórico del análisis y funcionamiento de las redes sociales, intervienen 10 mil y medio millones de personas en el mundo. Haga cuentas.
Parece mentira, sobre todo para quienes nacimos antes de 1980, que muchas de nuestras actividades estén marcadas, regidas, apoyadas, influenciadas o programadas desde uno o varios ordenadores de datos. Somos la especie de la inteligencia y de la razón; tan lejos hemos llevado nuestra actividad neuronal, que hoy dependemos de sistemas electrónicos de información para casi cualquier actividad.
La dichosa dependencia tecnológica nos ha brindado rapidez para hacer muchas cosas, nos ha permitido entrar en comunicación instantánea con personas en cualquier parte del mundo y hemos sido dotados de la posibilidad de aprender lo viejo y lo último en el momento en que así lo decidamos.
El mundo, además, ya se encuentra dividido entre los analfabetas cibernéticos y los que no lo son. Pero justo es reconocer que casi la totalidad de la población terrícola depende de una manera u otra de lo que se realice electrónicamente, no importa su ubicación en la superficie del planeta o en el espacio exterior.
En los casos en que los sistemas electrónicos de información dejan de funcionar, ya sea por error, por descompostura o por sabotaje, al instante miles o millones de personas se ven afectadas. Vaya a una sucursal bancaria en la república Mexicana y no será raro que salga bateado por no lograr la transacción pretendida debido a que el sistema se cayó. La misma estúpida respuesta que dio el ahora paladín de la izquierda, el ultrademocrático Manuel Bartlett en sus tiempos como operador del megafraude electoral de 1988.
Se detienen las inscripciones escolares por falta de conectividad. Se suspende el bombeo de agua en un sector urbano porque fallaron las computadoras. Deja de moverse el auto porque se le quemó la computadora. Le hacen una grilla a la candidata Hilaria por la información que compartió en sus cuentas de correo electrónico del USSD. Se cancelan despegues y aterrizajes en amplias zonas del espacio terrestre porque los sistemas de control aéreo están basados en el intercambio de información vía electrónica y cuando una sacrosanta maquinita de éstas falla o se apaga…
El ingenio mercadológico se potenció para vender de manera electrónica. ¿Necesita renovar su colección de calzoncillos? Entre a la página especializada en ropa interior de colores retro y pida su talla, de la menos tres hasta la 10X. Puede hacer su pago electrónico y rastrear cada uno de los pasos
del paquete que viene viajando desde Somalia del Sur. Si le ha quedado grande, hable al 01800QKRJS y le responderán en un call center en SriLanka para que de manera automática en el centro de control de inventarios en Omaha realicen la orden de devolución del dinero en Cayman Islands y en tres días se refleje en su estado de cuenta, que ha recuperado su feriecilla. Todo en menos de una semana. ¡Qué emoción!
Ah, pero hay cosas menos importantes que pueden realizarse por vía electrónica. En el mundo moderno, la educación va en constante ascenso dentro de las actividades con mayor índice de rasgos de simulación. Qué mejor lugar para simular que por medio de una computadora. La educación online es lo de hoy. Ya no es lo mismo hacerse pendejo en un salón de clases que frente a un dispositivo de última o penúltima generación. Bueno, es igual, pero no es lo mismo porque mientras hago como que aprendo, busco pokemones o mando la foto de mi gato robándole la comida al perro.
Online puede usted conseguirse al amor de su vida. Ya de a perdis alguien con quién copular, aunque jamás le vuelva a ver. Conecte su refrigerador a la internet y automáticamente el supermercado le abastecerá de todo lo necesario con cargo directo a su tarjeta bancaria.
Para evitarse la pena de andar comprando libros o revistas, puede usted conseguirse una suscripción a publicaciones digitales, tener un lector de libros electrónicos y en lugar de contar con un estorboso librero puede colocar una repisa para colgar una maravillosa colección de monos de peluche o las reproducciones de sus personajes favoritos de las películas de acción o de monos extraños.
La televisión y la radio, los medios de comunicación masiva por excelencia en el siglo anterior, abrieron sus señales a las religiones. Gracias a las señales digitales, se ha incrementado exponencialmente el número de canales poseídos por tales o cuales religiones y sus denominaciones. No podemos hacer a un lado el fenómeno de los telepreachers dentro de sociedades que se jactan ser ajenas al fanatismo.
Estar con dios, aunque sea online, ya se ha vuelto viral. Explore las señales de radio y televisión, échese un clavado en internet. Posiblemente ya lo ha notado. El papa Francisco dice enfáticamente que dios no tiene cuenta de Facebook. Por algo lo ha de decir. Y así como usted puede convertirse en abogado habilitado para el nuevo sistema de justicia penal con sus cursos online, si no tiene chanza de ir a la parroquia de Jesús Maestro, puede hacer el curso de confirmaciones en línea. ¿Cómo ve?
mawyaka@hotmail.com
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