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La inepta cultura: Un pequeño y modesto mosaico

Hoy me propongo escribir acerca de algo que tiene relación con lo que se llama cultura democrática o bien democracia como forma de vida que es uno de los principios constitucionales que nos rigen. Sin embargo, no puedo ni quiero ahora sacar de los cabellos a autores sino tratar de hilvanar una reflexión sencilla.

Lo primero que hay que señalar es que cuando se habla de democracia ésta no se limita al ejercicio electoral. Tratar de ceñir la vida democrática a unas elecciones es una limitación y más cuando los partidos políticos gozan ahora del mayor de los descréditos. Las madres no tardan en contar cuentos a sus niños donde los villanos sean los integrantes de partidos; hay de todo: cínicos, ladrones, mentirosos, borrachos, asesinos y todo tipo de canallas.

No, la vida democrática debe asentarse en otros ámbitos. La piedra fundamental de la estructura orgánica de la república es el municipio. Pudiera entonces pensarse que la vida democrática municipal es la más inmediata al ciudadano y eso es cierto aunque también hay bemoles. Quiero ir todavía a un nivel más inmediato y éste es el de los comités de vecinos. Pido por favor a los abogados estudiosos que completen aquí todo el entramado legal que les da sustento a los comités de vecinos.

Como consecuencia de la terrible violencia que se desató a partir de hace años, los vecinos nos organizamos para instalar rejas. Mucha gente se incomodó porque consideraron que se trataba de la violación del derecho de tránsito. No les falta razón.

Sin embargo, las condiciones fueron tan terribles que las distintas colonias de Ciudad Juárez debieron amurallarse, dependiendo de sus recursos, con altas bardas o rejas, para defenderse. Esto es un testimonio elocuente de la incapacidad de la autoridad para proveer seguridad a los ciudadanos.

La vida vecinal ha transcurrido entre asambleas y comités, y abre y cierre de puertas y gestiones ante la autoridad. La participación vecinal es baja; los inconformes y los apáticos se oponen pasivamente y poco se logra. Ninguna propuesta es lo suficientemente atractiva para concitar el apoyo general. No hay nada que logre que la mayoría de los que vive en un perímetro asista. Se hizo una encuesta para saber si el encuestado estaba de acuerdo con las rejas: 70% dijo sí; la encuesta preguntó: ¿usted estaría dispuesto a aportar alguna cantidad ($100-400) al mes?: 70% dijo sí. ¿La realidad?

El 30% aporta alguna cantidad. El resto critica o se abstiene. Dentro del 30% ya hay quienes al estar en desacuerdo con lo que hace el comité, que fue electo por quince personas de un total de 90, han decidido no pagar la cuota como protesta.

Ahora resulta que el comité, que sin pago ni reconocimiento, sirve a los vecinos, recibe críticas e insultos por su actuar. La lógica diría: nuevas elecciones, pero ¿quién le entra? Nadie o pocos. Esta es una estampa, lector, a grandes rasgos de nuestra democracia como forma de vida. Ni siquiera nuestras condiciones de vida diaria nos hacen que nos pongamos de acuerdo. y mucho menos comprometernos. Criticamos a los que actúan pero no actuamos; exigimos pero no cumplimos; opinamos pero no damos ejemplo. Si queremos cambiar a México iniciemos hoy en nuestra colonia.

Antonio Canchola Castro

canchol@prodigy.net.mx

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