Los fronterizos tenemos amplias experiencias en los efectos de las devaluaciones. Personas como yo, hemos experimentado múltiples devaluaciones desde 1976 y sentimos que esa devaluación fue una experiencia devastadora y traumante, ya que habíamos vivido en una época de plena estabilidad económica, en donde el tipo de cambio de $12.50 pesos por dólar había durado estable por décadas. Pero a partir de esa primera devaluación no volvimos a ver estabilidad en el tipo de cambio hasta el año 2000 con el gobierno de Fox.
En la Frontera las devaluaciones tienen efectos inmediatos, ya que de repente para los que vivimos en el lado mexicano, el “otro lado” se vuelve automáticamente más caro, y para los que viven en Estados Unidos, el lado mexicano se torna en una ganga. Claro, mientras los precios de los bienes y servicios se mantengan estables.
En el pasado esta estabilidad de precios ha sido efímera, por lo que en unos cuantos meses o días, inclusive, las cosas vuelven a su estado natural en términos generales, regresando a los niveles de competitividad correspondientes, que nos son artificiales por virtud del tipo de cambio.
Así, por ejemplo, el precio de ciertos servicios en México es muy barato en términos generales, como los servicios médicos, dentales, reparación de automóviles, peluquerías, restaurantes, etc. Pero en México, tenemos servicios que son caros porque los prestan los monopolios, como los servicios de telecomunicaciones, los bancarios, distribución de gas natural, electricidad, así como el valor de ciertos bienes, como el cemento, el gas, la gasolina y el diésel. Aunque estos últimos en la Frontera, recientemente, se han homologado con los existentes en Estados Unidos.
Un fenómeno raro que se ha presentado con estas recientes devaluaciones, ocurridas en el transcurso del gobierno de Peña Nieto, es que aunque se devalúe nuestra moneda, no se ha generado por ello un efecto inflacionario. Antes, la inflación y el nivel de devaluación iban de la mando, inclusive la inflación se aceleraba de tal grado que superaba el nivel de la devaluación.
¿Por qué se está dando este fenómeno? Yo lo atribuyo a diversos factores, uno de ellos, es que los precios de muchas materias primas, incluyendo el petróleo, y productos agrícolas han bajado. Además, tenemos en México buenos niveles de producción de bienes y servicios y nuestro nivel de exportaciones es extraordinario, con un valor agregado razonable aunque no óptimo. Además el fenómeno devaluatorio no se debe a factores que se derivan por motivos eminentemente domésticos, sino que se debe a la existencia de un dólar fuerte, derivado del atractivo de Estados Unidos para la atracción de
capitales a nivel mundial ante la subida de intereses decretado por el Banco de la Reserva Federal, y más recientemente al efecto de la devaluación de la moneda en China.
Esta situación va a favorecer al lado mexicano de la frontera, porque mantendrá a precios muy competitivos el valor de los bienes y servicios que tradicionalmente han sido competitivos en México, reteniéndose en la frontera, principalmente al consumidor mexicano que de repente se vio impedido en acudir al lado estadounidense a consumir servicios como restaurantes y centros recreativos. Sin embargo, a pesar de esto, el consumidor mexicano sigue acudiendo a los Estados Unidos a comprar productos como ropa y calzado, que siguen siendo más baratos que en México, derivado de los niveles de competitividad existentes en los Estados Unidos, que hacen que sus mercados sean más eficientes, ya que no tiene barreras de entrada, altos impuestos, monopolios, ineficiencias logísticas y costos de seguridad y corrupción que existen en México.
Una situación que nos ha ayudado en México para que las devaluaciones no tengan los efectos catastróficos que tenían en el pasado, es que existe poco endeudamiento en dólares, por parte de los particulares mexicanos, aunque el gobierno tiene grandes adeudos en esa divisa, que hacen subir enormemente los niveles de deuda pública valorada en pesos.
No obstante esta situación especial que estamos viviendo, en donde las devaluaciones no producen los efectos nocivos que producían en el siglo pasado, creo que no va a durar mucho, porque nuestra economía está endeudada en dólares principalmente, y los niveles de ingresos del gobierno han caído en gran proporción por la baja en los precios del petróleo y los bajos niveles de extracción de hidrocarburos.
Esta situación puede generar eventualmente un colapso económico de grandes proporciones que se está gestando por la irresponsable conducción del gobierno de nuestra economía, que puede generar una espiral inflacionaria y un colapso de los servicios del gobierno y la generación de infraestructura.
Esta calma chicha que existe en nuestras variables económicas puede, por desgracia, ser un preludio de tranquilidad mientras viene la gran tormenta.
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